El PP es una fuerza política de segundo orden en Cataluña. Está condenada a serlo durante mucho tiempo, pero busca fortuna electoral en las autonómicas del 28 de noviembre a cuenta de un tema tan sensible con la inmigración. Y de una manera frívola y demagógica, muy demagógica, tanto que resulta peligrosa.
Una de sus últimas acciones de campaña ha desatado una enorme controversia. El partido colgó en su página web un videojuego en flash, que situaba como heroína a su candidata, Alicia Sánchez Camacho.
El avatar de la política popular -rebautizada como Alicia Croft en un difícil de creer guiño a la protagonista de la serie Tomb Raider– vuela sobre una gaviota llamada Pepe y tenía como una de sus misiones (también lucha contra el independentismo) cazar inmigrantes ilegales. Al menos hasta ayer por la noche. Hasta entonces el juego había provocado un torrente de críticas hacia la formación conservadora y un aluvión de visitas hacia la página, que se colapsó. Ambos flujos provocaron la retirada de la aplicación y su sustitución por una versión más amable.
Hoy las víctimas de la cacería de ideas emprendida por el virtual alter ego de Alicia Sánchez Camacho han dejado de ser los inmigrantes de a pie. Su nuevo objetivo son las mafias que les facilitan la entrada a la península. El partido, en vez de pedir disculpas, ha obtado por echar la culpa a la desarrolladora del juego, denominado Rescate y encargado por la rama catalana de Nuevas Generaciones, la cantera del PP.
La jugada ha sido muy comentada en Twitter. Etiquetas como Sánchez-Camacho o Alicia Croft son «Temas del momento» en esta red social. Los mensajes publicados no dejan en muy buen lugar a los populares catalanes. Con iniciativas de este tipo, que abren la puerta a la ultraderecha, no me extraña.
A mí tampoco me extraña. Lamentable.
El PP habre la puerta a la ultra derecha, puerta que por cierto nunca cerró. pero no es menos cierto que la ultraderecha gana espacio porque los partidos restantes de los diferentes arcos parlamemtarios, Diputaciones y Auntamientos se lo estan poniendo en bandeja como se las ponian a el Felipe ese.
La ética, la estetica y el buen ejemplo que deben los políticos, a la sociedad que le paga con sus impuestos su generosos sueldos y privilegios brillan por su ausencia, es normal que ante tal sentimiento de desencanto, vagueza, falta de responsabilidad y desconfianza los ciudadanos miren hacia los que hablan claro de sus intenciones, que aunque no estemos totalmente de acuerdo con ellas, al menos estos no nos mienten como si fuesemos inbeciles