Al líder del PP le pirran los silencios, le chiflan los apagones (informativos). Cree que los problemas son como nubes, y los guarda en armarios y baúles esperando que cuando los vuelva a abrir ya haya salido el sol. La táctica le ha funcionado bien en ciertas ocasiones, pero no sirve para las grandes tormentas. Y la del Gürtel quizá sea perfecta.
El tesorero del partido, pringado hasta las cachas, fue forzado a dimitir, pero sigue teniendo el despacho desde el que cometió los desmanes por los que puede ser procesado. Y su defensa la paga el partido. Pero el líder no habla. Si tiramos de hemerotecas, Rajoy cazó la cabeza política del anterior ministro de Justicia con un latiguillo.Miraba la hora y decía: «Son las 12 y el señor Bermejo aún no ha dimitido». Pues ahora le toca aplicarse el cuento.
Tiene que salir a la palestra y dar la cara. Pero no puede hacerlo. A la vista del sumario, puede decirse que la trama de la Gürtel creció auspiciada por el aznarismo. Desmarcarse de verdad de ella sería romper con la herencia de quien le puso en el poder. ¿Se atreverá a hacerlo? ¿Alguien explicará en Galicia como puede un partido -el PPdeG- funcionar durante años con dinero negro y que nadie dimita? Pablo Crespo tuvo cargos oficiales de designación autonómica hasta hace muy poco tiempo. ¿Nadie lo conocía? ¿Y su modus operandi?
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