Pobre Rajoy. Mientras el Gobierno en minoría parlamentaria consigue sacar adelante casi todos sus grandes proyectos legislativos -presupuestos incluidos- en el Congreso, su partido se desangra entre escándalos y luchas intestinas. Y su siempre cuestionado y poco rotundo liderazgo se resquebraja una vez más.
Nadie le entiende. Nadie comprende que frente a los problemas ha optado por imitar las estrategias del general romano Quinto Fabio Máximo, que en su tiempo fue apodado Cunctator (el que retrasa) por evitar presentar batalla campal y elegir una guerra de desgaste frente al poderoso ejército de Aníbal, el cartaginés.
En un principio el general romano fue incomprendido y cuestionado, pero el paso del tiempo y los resultados -Aníbal no marchó contra Roma- le dieron la razón. ¿Le pasará lo mismo a Rajoy? ¿Obedece su vacilante actuación ante los múltiples incendios que amenazan su preeminencia en el partido a una estrategia calculada o es una simple prueba de su carácter irresoluto? ¿Le vale para intentar llegar algún día a la Moncloa o su posición se debilita algo más cada día?
Sí sabemos, gracias al artículo publicado hoy en El País por Fernando Vallespín, que Maquiavelo no estaría muy de acuerdo con sus métodos. Vale la pena leerlo. Y también saber que, según el pontevedrés, «santo Job solo hay uno». ¿Se le habrá acabado la paciencia?