Sorprendentemente, el fracaso de Soraya en Eurovisión ha sido demoledor para la autoestima española. Parece que se hubiera perdido otra vez la guerra de Cuba.
Es un hecho: «nos» va mal en un festival decadente, demodé y carente del más mínimo interes musical. Y han surgido multitud de teorías para explicarlo: una de ellas es conspiratoria, elude la autocrítica, tiene que ver con la política y con las próximas elecciones europeas. En pocas palabras: la culpa es de la ampliación masiva a los países del Este.
Los comicios del 7 de junio son de segunda fila. Así lo han querido los Estados miembros de la Unión, por el atasco que sufre el desilusionante proceso de construcción europea y el escaso papel que aún tiene la Eurocámara, y los partidos políticos españoles, por dos motivos:
- El primero, por enviar candidatos de segunda fila o casi jubilados; hay dos tipos básicos de eurodiputado: el primer perfil responde al de un político bien preparado, que domina varios idiomas, es responsable y trabajador, etcétera; el segundo responde al de una carrea política en declive, que va a Bruselas y Estrasburgo como al Senado, a figurar y descansar. ¿Cuál abunda más? ¿Cuál es más representativo ante la opinión pública?
- El segundo, por apropiarse como méritos propios de los efectos positivos de las decisiones políticas que emanan de Bruselas. Si un concello recibe una subvención, la medalla se la cuelga el alcalde o el conselleiro de turno, que supuestamente chalaneó con habilidad para conseguirla. Si hay que tirar cuatro casas construidads de forma ilegal, se trata de una imposición de los opulentos y despiadados burócratas comunitarios.
La conjugación de estos factores y el cansancio de los electores van a provocar una participación bajísima en las elecciones europeas del 7 de junio. Ganará el PP. Y lo proclamará a los cuatro vientos. Como hacen el Madrid y el Barça cuando obtienen la Supercopa ante un rival que triunfa en todo lo demás. ¿Importa acaso quién gane?
El hecho fundamental es que no nos interesa Europa. ¿Debería hacerlo? Pues sí. No sé si hasta el punto de ir a votar, pero cada vez nos afectan en mayor medida las decisiones que se toman en las instituciones comunitarias (un buen ejemplo es el de la directiva de Internet, o la jornada de las 65 horas). Deberíamos tenerlo en cuenta. Sobre todo ahora, cuando estamos en una crisis pronunciada. Y cuando se avecina el fin de los fondos europeos.
La cosa va mal. El grifo se va a cerrar. Nos lamentaremos de no haber usado bien el dinero recibido. ¿Entonces también echaremos la culpa a los países del Este ?