La crisis de Gobierno se ha gestionado mal, muy mal. La filtración de los cambios pone al presidente -al que le gusta sorprender- en una encrucijada: o mantiene sus planes (la solución responsable) o le da una vuelta de tuerca a la remodelación (mostraría su cabreo y daría en las narices al filtrador). También puede optar por una vía intermedia y, haciendo los cambios más notables, hacer algún ajuste extra o dar marcha atrás en algún caso concreto. Por ejemplo, mantener o no a De la Vega. Hoy saldremos de dudas.
Mientras, podéis leer el análisis de Gonzalo Bareño sobre los defectos del actual Ejecutivo, mal diseñado y sin liderazgo político.