Tras el ridículo provocado por los vaivenes en torno a la retirada de las tropas españolas de Kosovo, la política exterior española se encuentra en una nueva encrucijada.
Zapatero parece dispuesto a complacer a Obama de la misma manera que Aznar rindió pleitesía a Bush. Eso sí, el actual presidente de Estados Unidos no parece muy dispuesto a poner las botas texanas sobre la mesa.
Washington formulará pronto su próximo deseo-orden: incrementar las tropas españolas en Afganistán. Y quizá el Gobierno no pueda satisfacerle. El envío de fuerzas al exterior requiere -salvo que se utilicen subterfugios legales (por ejemplo, el tercer apartado del artículo 17 de la Ley Orgánica de Defensa Nacional)- la autorización previa del Congreso, donde el PSOE ahora no tiene mayoría ni aliados fieles tras los resultados de las elecciones del 1-M.
En consecuencia, puede ser que Washington pida y que Zapatero no responda. Veremos.