Escribí en marzo, cuando se anunció el nombramiento de Bono: «Mala cosa si el presidente del Congreso -uno de los cargos institucionales más relevantes del Estado, que requiere cabeza fría y lengua moderada- crea polémica y acapara titulares».
Me temo que se ha cumplido la predicción. Por completo. El ex ministro de Defensa está que se sale. Primero la lío con su proyecto de homenaje a una monja. Primero dijo: «Pondremos la placa de Santa Maravillas, aunque me cueste el puesto y me expulsen del Partido Socialista». Después dio marcha atrás, con exabrupto incluido: «los del partido propio son unos hijos de puta».
El manchego ahora ha vuelto a provocar turbulencias en la Cámara Baja. Para conmmerorar el trigésimo aniversario de la Constitución ha propuesto invitar a famosos a leer la Carta Magna. Su lista contenía, entre otros, los siguientes nombres: Fernando Alonso, Casillas, Rafa Nadal, Contador, Miguel Bosé, Joan Laporta, Pilar Rubio… No ha prosperado. Aunque era y es una buena idea, a los demás miembros de la mesa del Parlamento les ha molestado sobremanera que Bono no haya contado con ellos. Que planteara la iniciativa sin informar a nadie. Según ABC, ni siquiera la vicepresidenta de la Cámara, la también socialista Teresa Cunillera, había sido consultada.
Me caía mucho mejor Manuel Marín.
La iniciativa de Bono, político que se mete en berenjenales varios porque quiere comer a dos carrillos, no ha prosperado. Hay personajes de los propuestos que conditan todas las adhesiones, como puede ser Rafa Nadal o Alonso, pero a mí, ver a Miguel Bosé, un cejiflexo que se ha aprovechado bien de sus gestos, leyéndome la constitución desde la casa de Todos, no me gustaba nada. Prefiero que lo hagan gentes anónimas que piensen como quieran pero que no representan a los chupópteros de la Sgae ni a la derecha ni a la izquierda. Muy bien la anulación. Muy astuto Bono, haciendo amiguetes a costa de su puestecillo.