Mala cosa si el presidente del Congreso -uno de los cargos institucionales más relevantes del Estado, que requiere cabeza fría y lengua moderada- crea polémica y acapara titulares. Y eso es lo que está pasando con el más que probable sustituto del esforzado y muy capaz Manuel Marín, José Bono.
Los presidentes del Congreso son como los seleccionadores de fútbol. Después de abandonar el cargo su carrera se echa a perder, no consiguen puestos de relumbrón (salvo Federico Trillo, que después fue ministro). Ahí van dos listas a modo de ejemplo y comparativa:
- Manuel Marín, Luisa Fernanda Rudi, Felix Pons, Gregorio Peces Barba, Landelino Lavilla.
- Iñaki Sáez, Camacho, Clemente, Vicente Miera, Luis Suárez, Miguel Muñoz, Emilio Santamaría.
También hay que recordar lo que dijo el otro día en una tertulia radiofónica un histórico de la derecha española, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, que el presidente del Congreso no puede dar espectáculo. Bono lo va a dar. Por su carácter y sus posiciones políticas. Por activa y por pasiva.
Ya antes de empezar la legislatura, CiU se niega a apoyar su investidura y el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, le ha comparado con un «cabestro». Esto promete.