A cuatro días de la cita con las urnas, muchos dan por derrotado a Mariano Rajoy. No es extraño. Las valoraciones post debate y las encuestas de intención de voto lo han situado por debajo de Zapatero, que no se fía. Y hace bien. Tan sólo tiene que fijarse en lo que pasa en Estados Unidos.
En la carrera por la nominación demócrata, Hillary Clinton ha resucitado. Y Obama, que también tiene niña, comprueba que en política, no hay favoritismo que valga sin el refrendo de los votos.