Hacía mucho tiempo que deseaba visitar en la Costa Vasca el Urdaibai, declarado en 1984 por el Comité “Man and Biosphere” (Mab) de la UNESCO con tal denominación, como la novena Reserva de la Biosfera en España. Por fin, este mes de julio, he cumplido este sueño y su visita ha colmado de sobra todas mis expectativas. Se trata del más importante humedal del País Vasco, situado en la parte oriental del Territorio Histórico de Vizcaya, ocupando una superficie de 200 Km2 (22.041 Has.) en torno al estuario de Mundaka o Gernika, en la cuenca hidrográfica del río Oka. Entre otras figuras de protección, la Reserva del Urdaibai contiene una zona de especial protección para las aves (ZEPA) y cinco zonas de especial conservación (ZEC), ambas bajo el marco de la Red Natura 2000, así como una zona húmeda de importancia internacional dentro del Convenio Ramsar (algo más del 4% del territorio de la reserva).
Como todas las Reservas de la Biosfera –que deben ser zonas ecológicamente representativas-, la integración entre naturaleza y los seres humanos resulta esencial. Y, este sentido, he podido comprobar la estrecha implicación de todas las entidades públicas y de los municipios sobre los que se extiende la Reserva (un total de 22, de los que 12 de ellos se integran de modo completo). La propia Comunidad Autónoma del País Vasco se implicó seriamente en su protección y desarrollo, como lo demuestra la aprobación de la Ley 5/1989 de Protección y Ordenación de la Reserva de la Biosfera del Urdaibai, donde ser establecen cuatro áreas de especial protección (la ría, el litoral, los encinares cantábricos y las áreas de interés arqueológico). Para su gobierno y gestión, en el “Patronato” (adscrito al órgano ambiental del Gobierno Vasco), creado por esta Ley y constituido en 1990, participan representantes del Parlamento Vasco, de todas las administraciones territoriales (la Estatal, la Autonómica, y las locales), del mundo científico y asociaciones conservacionistas y ecologistas.
En mi viaje al Urdaibai no dejé de visitar dos lugares de gran relevancia –y muy recomendables- para el conocimiento en profundidad de la Reserva: la “Torre Madariaga” (bello edificio del siglo XV) que acoge el “Centro de la Biodiversidad de Euskadi”, y el “Urdaibai Bird Center” ubicado en el corazón de la Reserva. En relación con este último, llama la atención la gran importancia ornitológica del Urdaibai, como un lugar privilegiado de paso de las aves en la ruta migratoria de África al norte de Europa, y como un centro promotor del interesante proyecto “BirdFlyway” (“La Ruta de las Aves”: una iniciativa internacional de turismo de naturaleza, lanzada en febrero de 2016). Fue una agradable sorpresa para mi encontrar, en un lugar preferente, en la recepción de este centro de observación de la aves del Urdaibai, la reciente obra del conocido ornitólogo coruñés, Antonio SANDOVAL REY, que con el título de “BirdFlyway. Un viaje en familia por La ruta de las Aves” (Lynx ediciones, Barcelona, 2016), contiene una amena novela en la que se narran las peripecias de una familia en su larga singladura por algunos de los más importantes lugares de interés ornitológico de Europa desde Finlandia hasta la península Ibérica. Gracias a la compra de esta recomendable novela que trata de promocionar dicha iniciativa internacional, fui premiado con la entrega del “birdflyway Passport” que recoge, como primera etapa, el sello de la visita del “Urdaibai Bird Center”.
Durante la visita al citado “Centro de la Biodiversidad de Euskadi” pude enterarme con más detalle de los proyectos, iniciativas y actividades desarrolladas en la Reserva: la reciente aprobación del nuevo “Plan Rector de Uso y Gestión de la Reserva” (en virtud del Decreto de Gobierno Vasco 139/2016, de 27 de septiembre), del proyecto LIFE iniciado en 2010 que abordó entre otras acciones la erradicación de la “baccharis halimifolia” del Urdaibai (una especie de flora exótica invasora originaria de la costa atlántica de América del Norte), el ambicioso “proyecto de restauración integral y puesta en valor del patrimonio natural y cultural del Estuario Superior de la Ría de Oka”, etcétera.
Pero, a los ya referidos espacios –ZEC y ZEPAS- de la Red Natura 2000 y del Humedal Ramsar, con 729 especies de fauna y 821 de especies de flora (85 en peligro de extinción), hay que sumar 52 “lugares de interés geológico” y una preciosa muestra de 15.000 años de historia de convivencia entre el ser humano y el medio natural, representada en la “Cueva de Santimamiñe” (icono de la cultura vizcaína y su principal yacimiento arqueológico). En mi viaje al Urdaibai no me perdí la visita a la “Casa de Juntas de Gernika”, sede durante muchos siglos (casi desde la Edad Media hasta la actualidad) del máximo órgano representación del territorio de Vizcaya. Como es sabido, en este destacado lugar se ubica el emblemático “Árbol de Gernika”, un roble bajo cuya sombra se reunían los representantes de los municipios vizcaínos. Como ha escrito el antropólogo Julio CARO BAROJA –refiriéndose a dicho símbolo- “Aparte de esa veneración religiosa queda todo un cuerpo de principios de derecho que hacen que los árboles y antes que ninguno el roble, tengan un significado profundo en la vida colectiva, política y legal”.
Muy gratamente impresionado he quedado de mi viaje a este singular territorio del País Vasco, y eso que no me extiendo aquí en mis inolvidables vivencias, siempre dentro del Urdaibai, de vivir unos días en un pintoresco eco-hotel rural en la montaña del municipio marinero de Bermeo (que ha merecido la concesión de la “etiqueta ecológica europea”), o de comer en un restaurante del municipio de Forua, sito en un caserío del siglo XVII. Sinceramente, pienso que se trata de un extraordinario ejemplo de buenas prácticas de gestión de la biodiversidad y de su inserción en el ámbito socioeconómico de una reserva de la biosfera. Ahora que sólo se habla de las ciudades (e incluso, megaciudades) y que éstas se presentan como paradigma del futuro sostenible, reivindico aquí iniciativas como la de la Reserva del Urdaibai. Sin duda que volveré pronto allí. Un lugar donde se calma el dolor.