Acabo de volver de la ciudad mejicana de Morelia donde participé en el Foro Internacional de Michoacán, dedicado a la democracia y a la gobernanza, con motivo del primer centenario de la Constitución Política de los Estados Unidos de México de 1917. Allí pude comprobar, con mis propios ojos, la enorme indignación del pueblo mejicano ante la injusta postura del nuevo Presidente norteamericano ante este País latino, quien amenaza a pasarle factura por el fortalecimiento del muro que, desde hace década, los separa, y anunciando una masiva deportación de sus paisanos en tierras estadounidenses.
Pero no sólo los mexicanos tienen motivo para estar seriamente disgustados. También quienes nos dedicamos a analizar las cuestiones ambientales vemos con preocupación las medidas que, en materia ambiental, está promoviendo Donald TRUMP al comienzo de su mandato. Sin dejar de subrayar la gravedad de las drásticas medidas anti-inmigración que han entrado en un proceso de judicialización (en el que se va a poner en juego la virtualidad de los “checks and balances” de la democracia norteamericana), asistimos claramente a un triste capítulo de regresión ambiental en el país que, en los años setenta del siglo XX, fue pionero en la política ambiental. De acuerdo de las autorizadas opiniones de los Profesores de Universidad de Universidad de California (UC) el dibujo de la situación generada por el nuevo Presidente es bastante sombrío.
Son varias de las decisiones adoptadas por el nuevo Presidente han hecho sonar todas las alarmas. El nombramiento de Scott PRUIT –quien fue fiscal general de Oklahoma- como director de la más importante Agencia para la Protección Ambiental (EPA, en sus siglas inglesas); se trata de una persona que ha promovido en multitud de ocasiones demandas judiciales contra los principales planes ambientales de la referida Agencia (“Clean Power Plan”, “Clean Air Act mercury rule”, etc.) bajo la “Administración OBAMA”. Además, se ha ordenado a los empleados de la EPA no hablar en los medios de comunicación, ni facilitar documentación interna, lo cual va en contra de la “Ley de Libertad de Información”. También, en el ámbito de la EPA se han suspendido todas las actividades previstas con sus contratistas. Como dice el profesor Dan FARBER de la Universidad UC-Berkeley, su inexperiencia para el cargo le hace correr a PRUITT un alto riesgo de cometer muchos errores.
En materia de energía, el Presidente ha firmado un “memorando ejecutivo” para permitir la construcción de los polémicos oleoductos (“Keystone XL” y “Dakota”) –paralizados por OBAMA– para el transporte del petróleo procedente de las arenas bituminosas canadienses de Alberta, así como para distribuir el petróleo de esquisto de Dakota del Norte y Montana a un centro de distribución en Nebraska. Y, todo esto indica que la “Administración TRUMP” apuesta por la explotación del “gas pizarra” (“shale gas”) mediante el controvertido sistema del “fracking”. Es significativo que Rick PERRY –quien fue Gobernador del Estado de Texas- haya sido nombrado Secretario de Energía y que, en su momento defendió acabar con el Departamento que ahora va a dirigir. Por si pareciera poca la influencia del lobby petrolero en el nuevo ejecutivo de Washington, TRUMP ha nombrado como Secretario de Estado –jefe de la diplomacia de los Estados Unidos- a Rex TILLERSON, ex–jefe de la gigante empresa Exxon Mobil. No son los únicos cargos del Gabinete TRUMP vinculados a la industria del gas y petróleo y además negacionistas del cambio climático, como subraya el Profesor FARBER.
También resulta muy significativa la Orden Ejecutiva firmada por el Presidente el pasado 30 de enero para “reducir la regulación y controlar los costos regulatorios” que puede implicar, como dice el profesor Sean HECHT, la eliminación de regulaciones administrativas que tienen como objetivo la protección ambiental, de la salud, de los trabajadores y de los consumidores.
Incluso la nominación por TRUMP del juez Neil GORSUCH para ocupar el puesto dejado en el Tribunal Supremo a la muerte del juez Antonin SCALIA, se ve como una amenaza por la actuación anti-ambientalista de dicho juez en su puesto de la “Corte de Apelaciones del 10º Circuito” (en especial, en el “caso Chevron v. NRDC”).
En el orden internacional, TRUMP (para quien –vía Twitter- “el concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos para atacar la competitividad de la industria estadounidense”) anunció en su campaña electoral que de ganar las elecciones presidenciales se desharía del “Acuerdo de Paris” sobre el cambio climático, lo antes que sea posible. “La Comunidad internacional se prepara –como señala el economista Antxon OLABE EGAÑA– para la demolición del importante legado climático de OBAMA”, lo cual supondrá “un golpe muy duro contra la arquitectura climática construida en los últimos años, así como contra la contención de emisiones que Estados Unidos ha logrado en la última década”.
Por consiguiente, son muchos los nubarrones que se ciernen sobre el horizonte de la nueva “Administración TRUMP” en lo que se refiere a la política ambiental y aquellas otras políticas que, como la energética, se haya íntimamente ligada a aquélla. Como recuerda FARBER este ataque a la política ambiental no es nuevo en la reciente historia americana (véase los casos parecidos en 1981 con REAGAN, en 1994 con el llamado “Contract with America” republicano y en 2001 con George W. BUSH).
¿Cómo salvar los muebles en esta situación? El Profesor FARBER comenta en su blog cómo pueden defenderse los Estados ante las medidas federales perjudiciales para el medio ambiente (los estándares mínimos estatales de protección de las leyes sobre aire y el agua; la necesaria certificación ambiental estatal para los proyectos federales; los controles estatales sobre los terrenos públicos, etc.). También se expone cómo no es fácil derogar y excepcionar la complejísima regulación administrativa ambiental de la EPA.
Por su parte los representantes de los más importantes grupos ecologistas han anunciado que se preparan para combatir cualquier retroceso. “Si TRUMP intenta retroceder en la protección del medio ambiente y el cambio climático, se topará con una maraña de gente organizada”, advirtió Michael BRUNE, director de Sierra Club, el grupo ambientalista más antiguo de la historia y uno de los más grandes (con 2,4 millones de miembros). También, del mismo grupo, Melinda PIERCE opina que no será fácil desmontar rápidamente las reglamentaciones ambientales y denunciar los acuerdos internacionales: “Creo que habrá una presión internacional muy fuerte –dice la activista- para persuadir a TRUMP a que no se retire del Acuerdo de París”.
Veremos cómo evolucionan los acontecimientos y si se confirman las amenazas. Por lo pronto, el muro fronterizo que separa México de los Estados Unidos de América está afectando, desde hace tiempo, a más de 800 especies de mamíferos, reptiles y anfibios que se encuentran en peligro de extinción y que requieren de movimientos migratorios en la zona para mantener sus poblaciones. Jaguares, borregos cimarrones, el berrendo sonorense, castores y ocelotes, son sólo algunas de las especies que se encuentran en peligro de extinción debido al muro.
Aunque no haya mucho espacio para el optimismo, confiamos que la lucha de los activistas ambientales en los Estados Unidos de América (“cuna del ambientalismo”), el trabajo sensato de muchas de sus instituciones estales y locales, así como la presión internacional, logre frenar o, al menos, minimizar una política de regresión ambiental como la que pretende implantar el Presidente TRUMP, que va en contra de la historia y de la calidad de vida de sus propios compatriotas.