Hace pocos días Nicholas STERN, el famoso economista británico –autor del Informe sobre las graves consecuencias económicas del cambio climático, hecho público en 2006, que lleva su nombre- ha afirmado que nuestra generación es la última capaz de frenar, si quiere, el calentamiento global. Más recientemente, el mismo autor ha publicado libro que lleva por título: “¿Por qué estamos esperando? La logica, la urgencia y la promesa de la lucha contra el cambio climático”, (Mit Press, 2015). En este nuevo libro el autor sostiene que los costes del cambio climático van a ser mucho mayores de lo que había calculado en su Informe (hasta un 20% del PIB si no se adoptara ninguna medida). Contiene una llamada a líderes empresariales, a los responsables de las ciudades y a los jóvenes para que presionen a los políticos con el fin de adoptar decisiones para luchar contra el cambio climático.
El economista destaca de cara al futuro, en las próximas décadas, tres factores fundamentales que determinarán los retos que se avecinan: primero, un profundo cambio estructural en la economía global, con un fuerte crecimiento en el mundo en desarrollo y en el proceso de urbanización; segundo, el más rápido progreso técnico que el mundo jamas haya visto; y tercero, un período crítico para la acción climática, porque las concentraciones de gases de efecto invernadero ya están en niveles muy peligrosos. Ante esta perspectiva puede elegirse entre no hacer nada –seguir igual- o promover un cambio basado en la innovación y en la cooperación internacional. Esta segunda opción nos proporcionará, según el mismo autor, un crecimiento sostenible a largo plazo y un considerable avance en la lucha contra la pobreza. Como el Papa Francisco en su Encíclica «Laudatio Si«, STERN se queja de la falta de voluntad política y el cortoplacismo de los actuales gobernantes para actuar con la urgencia requerida.
En todo caso, su conclusión –previa apelación a los responsables políticos- es bastante esperanzadora: “estamos en un punto notable de la historia. Tenemos la oportunidad de combinar los profundos cambios estructurales en la economía mundial y un cambio tecnológico extraordinario por un lado, con una rápida transición hacia una economía baja en carbono en el otro. Podemos encontrar al mismo tiempo una forma mucho más atractiva para crecer y desarrollarse, superar la pobreza y reducir radicalmente los graves riesgos del cambio climático. Debemos decidir y actuar o la oportunidad se perderá. El momento es ahora”, y termina con la pregunta que encabeza su estudio: “¿Por qué estamos esperando?”
Con la mirada puesta en la Cumbre de Paris, el próximo mes de diciembre, fueron muy esclarecedoras las ideas expuestas sobre dicho evento por Teresa RIBERA –ex Secretaria de Estado para el Cambio Climático y actual directora del prestigioso Institute for Sustainable Development and International Relations (IDDRI) con sede en Paris- en la inauguración de una nueva edición del Master en Gestión del Desarrollo Sostenible de la Universidad de Vigo, en el que tengo el placer de impartir docencia desde hace varios Cursos.
En efecto, para que prospere con éxito la “XXI Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” de Paris -con el principal objetivo de llegar a un acuerdo internacional sobre el clima previsto para después de 2020- se hace preciso que concurran, según la experta española, varios argumentos. De una parte, una visión de conjunto de los problemas del desarrollo y una estrategia a largo plazo (2050 y 2100). Por otro lado, aunque es clave la implicación de los grandes emisores (China, Estados Unidos y la Unión Europea: responsables del 46% de las emisiones totales) más importante es que los acuerdos que surjan en la Cumbre sean aceptados y apoyados por la mayoría de la Comunidad Internacional; debe de tratarse de una agenda –hacia la transición de una economía baja en carbono- que implique a todos los países, afirmó RIBERA, “sin que valgan atajos” (por ejemplo,que unos pocos países se pongan de acuerdo). Hay que fijar metas concretas, generar confianza entre los países, no limitarse a aplicar sólo las medidas propias de la política climática (mitigación, adpatación) sino reorientar todas las políticas pública hacia dicha tarea, dejar atrás los recursos fósiles…. En cuanto al “pilar financiero”, los 100.000 millones de dólares previstos han de estar disponibles para los países en desarrollo para que puedan acometer sus estrategias de adaptación, fortaleciendo la resiliencia de su economía y de sus sistemas sociales y naturales.
Por lo que se refiere a los actores (“stakeholders”) no basta con las contribuciones de los países que están presentando sus propio planes de lucha contra el cambio climático sino que, cada vez resulta más relevante el papel de los entes locales, regionales y sub-estatales, de las empresas y multinacionales, así como el paternariado público-privado en muchas de las acciones que se adopten.
En el debate posterior a la intervención de la Directora del IDDRI uno de los asistentes le preguntó si la Cumbre de Paris es la última oportunidad que tiene la Humanidad para abordar con éxito el problema del calentamiento global. Ella respondió que sí, en una dirección, por lo tanto, similar a la mantenida por el Prof. STERN. Quizá sea, en efecto, la última oportunidad, pero de lo que no me cabe la menor duda es que hay suficientes argumentos científicos y éticos para actuar con premura y que esperar -¿a qué?- no es una opción razonable. Por no decir suicida.
Buenas tarde querido Prof. Sanz, quisiera seguir recibiendo información tan valiosa como la que usted a tenido la gentileza de enviarme en estos últimos años, de verdad ha sido muy valiosa y oportuna a mi doctorado en Desarrollo Sostenible. No obstante quisiera saber si tengo que realizar alguna afiliación o incripción.
Gracias y muchas bendiciones