De nuevo retomo la redacción de este blog tras varias semanas de transición, desde la finalización de mi estancia en Berkeley hasta el comienzo, ahora, de una corta temporada en la ciudad de New York. Atrás quedan tantos recuerdos de las amistades forjadas en California, de los maravillosos paisajes de la costa (“West Coast”) y de las “Sierras”, del estimulante ambiente intelectual del Campus de Berkeley, de las benignas condiciones climáticas de la Bahía de San Francisco,… En fin, inolvidable experiencia que marcará para siempre mi trayectoria personal y profesional.
Reconozco que el cambio ha sido bastante radical. De vivir en una tranquila ciudad de unos 100.000 habitantes a aterrizar en la ciudad más poblada de los Estados Unidos -que es la aglomeración urbana número 11 del Planeta (con casi 22,000.000 de seres humanos)- la vida –digamos- te cambia un poco. Además tengo la suerte –o quizá, más bien, la desgracia- de vivir en pleno “Midtown” de Manhattan donde se cumple a la letra el dicho sobre la ciudad de New York (conocida también como “Big Apple”) de que es “la ciudad que nunca duerme”. También se dice que un año en Manhattan es –debido al estrés- como vivir tres en un lugar tranquilo.
“Ciudad global” –o cosmopolita- por antonomasia, no cabe duda de que mantiene su influencia mundial en el mundo financiero (plasmado en el poderoso “Wall Street”), en los medios de comunicación, en la vanguardia del arte, etc. Esta “megalópolis” es como el Mundo en pequeño, donde personas de todo tipo de razas y pueblos se cruzan y deambulan en sus pobladas calles y avenidas. Podría afirmarse que pocas ciudades del mundo tienen una tan rica “biodiversidad cultural y humana”. Si a esto se añade que es una de las urbes más visitadas del mundo, como más de 40 millones de turistas nacionales y extranjeros cada año, pues resulta que estamos ante una ciudad extraordinariamente interesante (como se suele decir, «uno de los lugares que hay conocer antes de morir»).
Como he hecho en otras ocasiones no he podido evitar indagar las características y circunstancias ambientales de esta sorprendente ciudad. Muchas son las cuestiones sobre su sostenibilidad ambiental, desde su impresionante densidad de población (de 10.194 hab/Km2) –modelo de “ciudad compacta”-, su incesante tráfico urbano, su constante alto nivel de ruido ambiente, su inmensa huella ecológica, su delicado emplazamiento costero –que le conllevó importantes daños catastróficos con motivo del huracán “Sandy” en 2012-, y una largo etcétera. En las siguientes entradas de este blog intentaré comentar algunas de estas cuestiones y, particularmente, de cómo las está abordando la actual municipalidad metropolitana de New York, con un sistema de gobierno liderado con por Alcalde –Bill de Blasio, del partido demócrata (109 “Mayor of the New York City”)- y un “Consejo de la Ciudad” (“City Council” compuesto por 51 miembros, correspondientes a los cinco Distritos de los cinco “boroughs”: Bronx, Brooklyn, Manhattan, Queens y Staten Island), cuyo presupuesto asciende a 70.000 millones de dólares (superior, por ejemplo, al de Suiza) y que emplea a 250.000 personas.
El pasado mes de marzo de 2015 fue presentado por Bill de Blasio el nuevo «Plan de sostenibilidad» de la ciudad de New York, bajo el título: “One New York: The Plan for a Strong and Just City”, que recoge un sugerente programa de actuación pública colaborativa en los aspectos de la sostenibilidad, recuperación y resiliencia. Con objetivos ambiciosos como la limpieza del ambiente atmosférico, plantación de cerca de un millón de arboles, implantación de varios millones de metros cuadrados de paneles solares, importante reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (que, de hecho, son muy inferiores a la media norteamericana), etc. Dentro de diez años New York cumplirá sus cuatrocientos años de existencia y sus autoridades locales quieren convertirla en la ciudad más sostenible del mundo.
Justamente en estos días -21 y 22 de julio- Bill de Blasio a asistido en Roma a la reunión de alcaldes de las sesenta y cinco ciudades más importantes del mundo (Madrid incluida), convocada por el Papa Francisco a través de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociale. En su inauguración en Papa ha destacado la importancia de las ciudades para promover el cambio que propone en su Encíclica “Laudato Si”. Y es que no debe olvidarse que más de la mitad de la población mundial reside ya en áreas urbanas. También en estos días el Alcalde de la “Big Apple” ha comentado la posibilidad de reducir la flota de taxis privados (de la controvertida empresa Uber) que operan aquí (hasta 21.000), lo cual supondría, según él, importantes beneficios para el tráfico neoyorkino y la reducción de la contaminación.
Tiempo habrá para hablar de estos asuntos. Ahora, como suelo incluir, en otras entradas de este blog, un breve comentario de la bibliografía disponible. No hace falta acudir a la más importante librería de New York –la famosa librería de segunda mano, Strand, situada en la confluencia de la Brooklin con la 12 St.- para caer en la cuenta de que el interés despertado por la “Gran Manzana” no sólo se nota en el mundo cinematográfico sino también en la larguísima relación de monografías, ensayos y trabajos desarrollados sobre diferentes aspectos del medio ambiente neoyorquino. La lista de títulos es interminable: sobre su biodiversidad (New York cuenta con 113 Km2 de espacios verdes, entre ellos el “Central Park”, el más visitado de los Estados Unidos), sobre su pionero sistema de abastecimiento y gestión de sus aguas urbanas, sobre los efectos que puede conllevar el cambio climático, sobre la lucha por la justicia ambiental en las zonas más pobres de la ciudad (el caso del “Bronx”), sobre la recuperación de las aguas portuarias, sobre la gestión del ruido urbano, sobre su peculiar regulación y planificación urbanística, sobre la gestión de sus residuos, y un largo etcétera.
En todo caso, desde una perspectiva más general hay varios trabajos recientes que me han llamado la atención. El ensayo de Betsy McCully, City at the Water’s Edge: A Natural History of New York (Rivergate Books, 2006), contiene una apasionante historia del crecimiento de la más universal ciudad de los Estados Unidos a costa de la naturaleza. El libro colectivo dirigido por el biólogo John WALDMAN: Still the Same Hawk, Reflections on Nature and New York (editado por Fordham University Press en 2012) incluye once ensayos acerca de la relaciones entre el medio ambiente y la realidad pasada, presente y futura de New York. El ensayo de Steven COHEN titulado: Sustainability Management: lessons form and for New Yors City, America and the Planet (Columbia University Press, 2011), nos muestra una sugerente visión de este analista y consultor de la EPA, desde la visión de la gran ciudad, acerca de la compatibilidad entre el crecimiento económico y la conservación “intacta” del Planeta. Finalmente, Eric SANDERSON, director de “Landscape Ecology and Geographic Analisys” en el “Living Landscape Program” de la “Conservation Society” del Zoo del Bronx, nos invita a imaginar en su libro titulado Mannahatta: a natural History of New York (Abrams, 2013) cómo era el Manhattan que descubrieron los primeros exploradores europeos.
¿Conseguirá New York llegar en 2050 lo que desean sus actuales gobernantes: ser la ciudad más sostenible del mundo? El tiempo lo dirá. No obstante, es sorprendente su capacidad de recuperación ante las crisis que ha sufrido y su extraordinario dinamismo. Pocas ciudades cuentan con tantos recursos –económicos, científicos y humanos- para lograrlo.