Con muy pocas excepciones, la nueva Encíclica del Papa Francisco sobre la “ecología integral” ha tenido una extraordinaria acogida en la opinión pública de todo el mundo. Desde el Presidente OBAMA hasta el Secretario General de la ONU, Ban KI-MOON, pasando por Presidentes de Gobierno y Jefes de Estado, representantes de grupos ecologistas, de organizaciones religiosas, intelectuales, y un largo etcétera.
Desde aquí, desde los Estados Unidos de América, las palabras de su Presidente son particularmente elogiosas: “admiro profundamente la decisión del Papa de llamar a la acción sobre el cambio climático de manera clara, fuerte, y con toda la autoridad moral que su posición le confiere”. Está bien, es cierto, el Romano Pontífice habla del cambio climático como un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad” (punto 25). Pero hay muchos otros temas que se recogen en la Encíclica que, a mi juicio, ponen en entredicho el tradicional “american way of life”. Reducir la “cuestión ecológica” al vital tema del calentamiento global sería un lamentable reduccionismo.
No obstante, es claro que en este país –que ya está calentando motores para la próximas elecciones a Presidente, a finales del 2016- la cuestión del cambio climático es controvertida. Muchos de los representantes políticos republicanos rechazan que el calentamiento global sea consecuencia de la actividad humana. De aquí que, quienes se postulan en el partido conservador para la presidencia, Jeb BUSH (Bush III) y Marco RUBIO (hijo de emigrantes cubanos) hayan mirado con recelo la Encíclica, aunque una vez publicada han moderado sus críticas. No hay que olvidar que ambos son católicos practicantes y aquí se viene especulando qué efectos políticos puede tener el documento papal. Pero habrá que ver la fuerza del poderoso “lobby” de la industria del petróleo y el carbón que siempre ha venido apoyando a los candidatos republicanos y que, como señala Rafael NAVARRO-VALS, ha desarrollado un “sabotaje informativo” previamente a la publicación de la Encíclica.
Polémicas aparte, me parece muy interesante la labor informativa que, en torno a la “encíclica de la ecología integral” ha venido –y viene- desarrollando “The Forum on Religion and Ecology at Yale”, un importante proyecto interreligioso promovido, desde 1996, en el “Yale School of Foresty and Environmental Studies”, por los investigadores John GRIM y Mary Eveleyn TUCKER. Son muy numerosas las publicaciones que este centro de la muy prestigiosa Universidad de Yale han venido editando: la serie de “World Religions and Ecology Series” –que analiza cada una de las grandes religiones y sus implicaciones con la ecología- y varias publicaciones periódicas (Daedalus, Earth Ethics, Ecotheology…) . Pues bien, como decíamos en la web del citado “Forum” se recogen diversas informaciones sobre la Encíclica “Alabado Seas”: además de su texto, una información sobre “frequently asked questions” en torno a la misma, la transcripción de una mesa redonda que tuvo lugar recientemente en dicho Foro en relación con el texto papal y otras interesantes colaboraciones y comentarios. En el apartado de noticias “news” de la citada web se recogen las opiniones vertidas en los medios de comunicación de todo el mundo (aunque en lengua inglesa).
Es cierto que en los Estados Unidos el peso de la religión en la vida pública sigue siendo importante y que son frecuentes las invocaciones a Dios en los discursos políticos y proclamas públicas. Lo cual, contrasta un tanto con el extendido laicismo en muchos países de la Europa continental. Sin ir más lejos, en Claremont, al sur de California y cerca de Los Ángeles, se acaba de celebrar –los pasados días 4-7 de junio- un Seminario titulado “Seizing an Alternative: Toward an Ecolgical Civilization”. Una iniciativa –promovida por la plataforma “Pando Populus”- que aspira a crear una “civilización ecológica” y que está inspirada por John B. COBB, teólogo metodista y ambientalista que, en 1971, escribió un relevante libro sobre ética ambiental titulado “Is it Too Late? A Theology of Ecology”, en el que se pone de manifiesto la importancia del pensamiento religioso en la reflexión sobre la crisis ecológica.
También en los Estados Unidos nació en 1990, con el impulso de la “American Philosophical Association”, la “International Society of Environmental Ethics” (ISEE) –cuya web contiene la más importante base bibliográfica del mundo sobre ética ambiental-, que tiene por objetivo avanzar en la investigación de materia y promover con ello un apropiado uso de la naturaleza por el ser humano, con una actitud de respeto, preservación y conservación así como un mejor entendimiento de la mundo natural. Justo, dentro de un mes se celebra su conferencia anual, en la Christian-Albrechts-Universität de Kiel (Alemania) sobre el tema “Environmental Ethics Between Action and Reflection” y, por la variada temática que acoge, se promete muy interesante.
Personalmente, soy de la opinión de que los valores espirituales son esenciales para buscar soluciones cabales en la senda de la sostenibilidad, permiten unir a personas de diferentes culturas y credos y, lo que para mi es mas importante, ayudan a promover actuaciones verdaderamente responsables para con la Naturaleza. Esas actuaciones cotidianas, sencillas, indispensables que transforman toda una sociedad.
Pienso que la nueva Encíclica sobre ecología, abierta a todos los hombres de buena voluntad (no sólo a los católicos) constituye un hito histórico en la historia de la humanidad ante la crisis ecológica. “Hago una invitación urgente a un nuevo diálogo –expresa el Papa Francisco- sobre el modo en como estamos construyendo el futuro del Planeta. Necesitamos una conversación que nos una a todos , porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan e impactan a todos” (punto 14).
Sabias palabras del representante de la fe cristiana.
Es el Papa que más se involucra con el ser humano. Ha dejado de ser una figura representativa y ha pasado al ataque en el campo de batalla, más cerca del pueblo y dando un mejor ejemplo.