Ayer sábado 22 de septiembre celebrabamos el “Día sin coches” como colofón a una edición más de la “Semana europea de movilidad 2012” –del 16 al 22 de septiembre- cuyo lema ha sido el siguiente “participa en los planes de movilidad de tu ciudad: ¡muévete en la buena dirección!”. Desde el año 2002 esta campaña impulsada por la Unión Europea, por los Gobiernos nacionales y por muchas ciudades y pueblos de toda Europa, pretende concienciar a la ciudadanía acerca de los importantes problemas que origina el transporte urbano (que representa el 40% de todo el transporte por carretera en la Unión Europea y es el responsable de la cuarta parte de los gases de efecto invernadero provinientes del transporte).
Como la gran mayoría de los ciudadanos europeos vivimos en entornos urbanos (más del 60% viven en zonas urbanas de más de 10.000 habitantes), aparte de los problemas de contaminación, padecemos la imparable sangría de los accidentes de tráfico, con unos costes globales de cerca del 1% del PIB de la Unión Europea. Por tal motivo las instituciones comunitarias se han preocupado de esta materia promoviendo el Libro Blanco del Transporte (2001), el Libro Verde titulado “Hacia una nueva cultura de la movilidad urbana” (2007) y, más recientemente, la Comisión Europea ha adotado el “Plan de Acción sobre movilidad urbana” (2009). En este Plan de Acción se subraya la importancia de la promoción de políticas integradas, el fortalecimiento de las oportunidades de financiación claramente orientadas a los ciudadanos, un transporte urbano más ecológico y a la optimización de la movilidad urbana así como compartir experiencias y conocimientos en el campo del transporte urbano.
Y con tal fin en la Semana Europea de Movilidad se pone de manifiesto el protagonismo de los “Planes de Movilidad Urbana Sostenible” (PMUS) con el objetivo de que la ciudadanía conozca y reflexione acerca del papel que los mismos juegan en la salud y el bienestar de nuestras ciudades. Los PMUS definen un conjunto de medidas interrelacionadas que llevan, paso a paso, a satisfacer las necesidades de movilidad de los ciudadanos y de las empresas, al mismo tiempo que mejora la calidad de vida.
Desde la crisis del petróleo de 1973 son infinidad de iniciativas que se han suscitado –por entidades públicas y privadas, por grupos ecologistas y por particulares- para reducir el uso de los coches, fomentar el uso del transporte público y de las bicicletas. “Jornada sin coches”, “La ciudad, sin mi coche”, “Car Free Cities Club” (CarFree), “clubes de coches compartidos” (Car Sharing), “vecindarios sin coches”, … Resulta destacable en este sentido la World Carfree Network (WCN – Red Mundial Libre de Autos), que es una iniciativa del movimiento mundial sin coches que se dedica a promover alternativas al abuso del coche para tratar de reducir el gran impacto ambiental que esto supone. Estas alternativas se buscan trabajando a nivel internacional y proponiendo soluciones que ayuden a mejorar la calidad de vida de todas las personas.
En año pasado se editó en español un interesante ensayo sobre este tema que, bajo el sugerente título “Un mundo sin coches” (Editorial Península, Barcelona, 2011), publicaron en 2009 los sociólogos de la Universidad de Lancaster (Reino Unido), Kingsley Dennis y John Urry. Hasta el momento –desde finales del siglo XIX en que aparecen los primeros prototipos con motor de combustión interna- se han fabricado más de 1.000 millones de coches y hoy circulan por el Planeta más de 650 millones. Y con el desarrollo de las economías emergentes no es dificil que en poco tiempo se alcance la cifra de 1.000 millones. Frente al “sistema automovilístico” que ha dominado todo el siglo XX (automóviles fabricados en acero, propulsados por combustibles fósiles, de propiedad privada, de conducción independiente…), auguran –estos expertos británicos- para mediados del presente siglo un nuevo sistema (nuevos materiales, biocombustibles e hidrógeno, automóviles inteligentes, nuevas pautas de vida y de trabajo y de movilidad). Pese a los graves problemas que generan los coches en nuestra sociedad (sus graves efectos para la salud y para el cambio climático) es, a mi juicio, muy improbable que veamos pronto un “mundo sin coches”.
Sin duda que, a corto y medio plazo, el imparable incremento del precio del petróleo puede constituir uno de los factores más importantes para racionalizar el uso de los coches particulares (ya está ocurriendo con la actual crisis económica) y la preferencia por el transporte colectivo. Y quizá el “lowcost” pase a la historia, entre otras cosas por insostenible ambientalmente hablando. Pero no veo tan claro que se cumplan los tenebrosos presagios que anuncian DENNIS y URRY (un escenario de comunidades autosuficientes y semiaisladas, naciones ricas refugiadas en fortalezas, graves peligros en los viajes de larga distancia, etc.).
Mientras tenemos que hacer una gran esfuerzo a escala local, primero, para diseñar verdaderos planes de movilidad urbana que hagan mucho más saludable nuestra circulación por las áreas urbanas. Pero, por favor, ¡autoridades locales!, ¡no hagan estrategias «de cara a la galería»!
lo suyo es un futuro con vehículos sostenibles, la tracción animal la dejamos hace tiempo!