Los pasados días 15 y de 16 de marzo han tenido lugar en Ferrol las XVII Jornadas sobre Filosofía y Metodología Actual de la Ciencia bajo el título “Tecnología, Valores y Ética”. Desde mediados de los años noventa del pasado siglo, el Profesor Wenceslao J. GONZÁLEZ, Catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia, viene organizando en la Universidad de A Coruña, con la colaboración de la Sociedad de Lógica, Metodología y Filosofía de la Ciencia en España, una de las reuniones científicas más prestigiosas de nuestro país en esta materia. Resulta impresionante la variedad y profundidad de los temas abordados en estas reuniones científicas a la están invitados algunos de los más prestigiosos expertos del mundo. Además los ricos contenidos de estos eventos pueden consultarse en la Colección Gallaecia, una colección de libros colectivos –que contienen las ponencias y comunicaciones presentadas en dichas Jornadas- promovida por la propia Universidad de A Coruña bajo la dirección del citado Profesor.
Atraido por el gran nivel de los ponentes y su excelente organización, pese a no acostumbrar a relacionarme con el mundo filosófico, me inscribí en esta nueva edición de las Jornadas, aunque sólo pude asistir a la celebrada el pasado viernes 16 de marzo. Por la mañana el Profesor Brian BALMER (del University College London) trató del control de las armas biológicas y químicas y el interesante dilema del “uso dual” de la investigación en torno a sustancias químicas y agentes biológico, una temática que, por supuesto, no sólo implica un enorme riesgo y una catastrófica amenaza para la salud humana sino para el medio ambiente en su conjunto. A continuación intervino el Profesor Vicente BELLVER, Profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valencia, un viejo amigo que elaboró una excelente tesis doctoral sobre los fundamentos filosóficos sobre el derecho humano al medio ambiente, aunque en esta ocasión disertó sobre cuestiones éticas relacionadas con la biotecnología. Por la tarde, varias comunicaciones se presentaron sobre la común de las tecnologías de la información y comunicación. Finalmente, la Dra. Helena JERÓNIMO (del Centro de Investigación en Economía y Sociología Organizacional de la Universidad Técnica de Lisboa) desarrolló en inglés una ponencia titulada “Riesgos tecnológicos y valores ecológicos”.
Como pueden imaginarse, mi máximo interés estaba concentrado en esta última ponencia de la profesora portuguesa (Dra. por la Universidad de Cambridge) especializada en temas relacionados con riesgos industriales y contaminación ambiental. El objeto de su disertación se centró en una viva polémica que tuvo lugar en Portugal -y que la autora estudió en un interesante trabajo titulado Queimar a incerteza– por la decisión del gobierno luso de incinerar residuos industriales en plantas cementeras, y que provocó uno de los más importantes conflictos ambientales de nuestro país vecino, que se prolongó durante casi una década (entre mediados de los noventa y mediados de primer decenio de nuestro siglo). Ante la creciente oposición de la cidadanía de las poblaciones en que estaba previsto que se desarrollase semejante actividad contaminante, el Gobierno acudió a la opinión de los expertos que informaron favorablemente a la implantación de dichas actividades potencialmente contaminantes.
El informe de los expertos –seleccionados por el Gobierno de la República Portuguesa- no aplacó las protestas y, además, a la contestación de los vecinos potencialmente afectados y a los grupos ecologístas, se unieron varos profesores e investigadores de la prestigiosa Universidad de Coimbra (en cuyo entorno geográfico iba a ser puesta en marcha una de la programadas incineradoras). La lección que se quiere extraer en esta ponencia, por parte de sus autores, es (si no le he interpretado mal) es posible –y conveniente, añado yo- encontrar las mejores soluciones técnicas y científicas a un problema ambiental (como de la incineración de residuos en cementeras) sin eludir la legitimación democrática de la decisiones, teniendo muy en cuenta la participación y el bienestar de la ciudadanía. Por lo tanto, la solución de un problema ambiental no debe de limitarse a prever y diseñar los instrumentos técnicos más eficaces sino que siempre debe de contarse con la ciudadanía para lograr el mayor consenso sociales posible.
Estoy muy de acuerdo con la tesis expuesta por la Profesora JERÓNIMO, y me pareció muy ejemplar la implicación de los científicos y expertos universitarios de la ya citada Universidad de Coimbra (que actuaron con gran efectividad de contra-expertos). Se trata, a mi juicio, de una valiente llamada a la responsabilidad ética de los científicos y expertos en la defensa del medio ambiente y de la sostenibilidad de la sociedad industrial.
Soy consciente de que la ciencia no es siempre neutral (y está más plagada de incertidumbres de lo que pensamos) y de que hay muchos expertos «de parte». Pero quienes tenemos el privilegio de trabajar en el mundo científico (con toda modestia lo digo) no podemos renunciar a denunciar las prácticas que deterioran nuestros ecosistemas y, sobretodo, aportar nuevas soluciones, soluciones más sostenibles. Es nuestra grave pero apasionante responsabilidad para con la sociedad a la que gustosamente nos debemos.