Aunque no estén en su mejor momento de su popularidad, resulta de justicia reconocer la labor que siguen prestando algunas entidades financieras de nuestro país sobre el desarrollo de la ciencia y su divulgación. Es el caso de la Fundación BBVA, una entidad que viene desarrollando, desde hace varios decenios, una importante tarea de fomento de la ciencia y de la investigación en varias áreas de conocimiento entre las que se encuentra el medio ambiente, y, más en particular, sobre la conservación de la biodiversidad y sobre el cambio climático. A través de la financiación de proyectos de investigación, la difusión de publicaciones, la organización de conferencias, así como la concesión de los Premios “Fronteras del Conocimiento” -en sus modalidades de “Ecología y biología de la conservación” y de “Cambio Climático”- la citada Fundación atesora un valioso bagaje de conocimientos que se ponen a disposición del público en general.
Fruto de esta labor de promoción del conocimiento es la reciente publicación de Sergio ALONSO OROZA: ¿Hablamos del cambio climático? (Fundación BBVA, Bilbao 2011). Sobre la base de las conferencias impartidas por este Físico, Catedrático de Meteorología de la Universidad de las Islas Baleares y miembro del Intergovernamental Panel on Climate Change (IPCC), el autor nos ofrece una obrita de divulgación científica bastante asequible de leer para el común de los mortales. Tras aclararnos en que consiste propiamente el “cambio climático” (“el cambio de clima que está experimentando el planeta desde el inicio de la revolución industrial como consecuencia, en parte, de la actividad humana”), nos explica cómo se hace la ciencia en general y cuál ha sido el desarrollo científico que ha permitido conocer cada vez mejor el muy complicado asunto del clima de nuestra era del “Antropoceno”. Y al final, el inquietante dato de la actual concentración de CO2 de 385 ppm (partes por millón) en nuestra atmósfera por la intensificación antrópica de los gases de efecto invernadero (GEI).
Como ya sabemos, el más reciente Informe del IPCC (el 4º, publicado en 2007) no duda en afirmar que “la mayor parte del aumento observado del promedio mundial de temperatura desde medidados del siglo XX se debe muy probablemente (con probabilidad de más del 90%) al aumento observado de las concentraciones de GEI antropógenos”.
Una cosa es la historia pasada del cambio climático de la que tenemos muchos datos científicos y otra cosa es la predicción hacia el futuro sobre la que ALONSO OROZA nos ilustra cómo se hacen –con información disponible- las simulaciones del clima en los más potentes ordenadores del mundo mediante muy complejos programas informáticos. Modelos de simulación climática en que se incluyen las más diversos factores sobre los procesos atmosféricos y sus interacciones con los oceános. Unos modelos que se concretan en los famosos SRES “escenarios de emisiones de GEI” entre 2000 y 2100 publicados por el IPCC, y que se mueven entre un aumento de la temperatura media del Planeta entre 2 y 6 grados centígrados.
En la ultima parte de su trabajo el Catedrático de Meteorología de Baleares explica que junto a la observacion del cambio climático y a su proyecciones sobre el clima global del futuro, es preciso trabajar también en ámbitos más reducidos (entornos regionales e incluso locales); es decir, lograr una mayor resolución de los resultados (downscaling) que nos permitan hacer predicciones climáticas para áreas geográficas muy concretas. De hecho el autor nos ofrece los estudios proyectados sobre el futuro clima de las Islas Baleares y sus posibles impactos para el turismo.
Conceptos como el de “vulnerabilidad”, “adaptación”, “mitigación”, etc. forman parte ya del glosario típico de la ciencia del cambio climático y sus efectos. “Los medios de comunicación han jugado un papel muy importante en hacer llegar a los ciudadanos la información sobre cambio climático…” dice el autor, pero yo me atrevo a añadir que ha de ser una información sosegada, que no busca el sensacionalismo –que tanto daño ha hecho en la opinión pública sobre este tema-, sino que se esfuerza por comunicar con la mayor objetividad los datos que nos aportan los científicos. No obstante, es fundamental, a mi juicio, que sean ellos, los científicos, que hagan este esfuerzo de divulgación. Es más, ellos tienen una especial responsabilidad social en esta tarea. E incluso, como hace ALONSO OROZA al final de su libro, deben de recomendarnos a los cidadanos de a pie unos acciones frente al cambio climático que él resume así: “1. Reducir. 2. Desconectar. 3. Reciclar. 4. Ir a pie”.