Nuestro Planeta bien merecería llamarse “planeta océano” o “planeta azul” como lo describió Yuri GAGARIN en el primer viaje del hombre al espacio, pues no en vano el 72% de la superficie de la la Tierra está cubierta por agua quedando sólo el 28 % para los continentes y las islas. Y además resulta que la hidrosfera es una de las partes más desconocidas de nuestro Planeta.
Para conocer un poco más la riqueza y complejidad de los ecosistemas marinos, de los oceános y de los mares, se puede leer con aprovechamiento el documentado ensayo que acaba de publicarse con el título “El planeta azul. Un universo en extinción” (Editorial Debate, Barcelona, 2011). Su autor es el italo-español Sergio ROSSI, biólogo marino e investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona que ya había escrito otros libros sobre divulgación científica. Tras una breve historia de los mares y de su biodiversidad, de sus organismos vivos y de sus extinciones, y de algunos de los primeros impactos del ser humano, se van desgranando diversos efectos negativos sobre el medio marino y sus recursos como los ocasionados por la sobrepesca, por la contaminación y por el cambio climático.
A lo largo de sus páginas, el lector puede informarse sobre un gran número de problemas que aquejan a nuestros oceános y mares. Desde la considerable reducción de las reservas pesqueras por la pesca ilegal y la sobrepesca en la mayor parte del Planeta –el caso cercano de la anchoa del Cantábrico, la insostenible presión sobre atún (el “pez de oro”), los irracionales descartes por la práctica del “by-catch”, etc.- hasta la destrucción de los fondos marinos y de los benéficos y preciosos corales por los arrastreros, por la utilización dinamita… Y todo ello desbaratando la cadena trófica y provocando la proliferación de medusas (los “fantasmas del mar”) ante la falta de sus depredadores naturales.
En el apartado de la contaminación marina no faltan referencias a los vertidos de buques y a la catástrofes petroleras (incluida la reciente de la Deepwater Horizon), a las increibles “islas de plásticos” que se existen en algunas áreas marinas (como el mar de los Sargazos o del Pacífico Norte), a la presión sobre las zonas costeras (de la que hemos hablado muchas veces en este blog), a las temibles mareas rojas, a las dañinas especies invasoras (especies alóctonas)…
También el cambio climático es tratado desde la perspectiva marina que tiene una vital importancia por el infujo de las corrientes marinas (El Niño, la Niña y, como dice un amigo mío, “la madre que las parió”). El mar es un sumidero de CO2 pero a cambio de incrementar –como explica ROSSI- la acidez de las aguas marinas que puede perjudicar a algunas especies. Otros temas son más conocidos como la reducción de los hielos en el Ártico y en el Antárquico, y el consiguiente incremento del nivel del mar, el calentamiento del agua, la desaparición de los arrecifes y manglares…
Pero no todo en el “Planeta azul” es apocalíptico. En la cuarta parte del libro se abre una puerta para la esperanza. Ante la escasez de pesca y el colapso de los caladeros se presenta la “revolución azul” que trae consigo –no sin problemas- la creciente producción de la acuicultura. Ante la degradación de los mares y las zonas costeras se presenta la fórmula de las “áreas marinas protegidas” como medio de regeneración de los ecosistemas marinos. Ante la actual crisis de la energía, el mar ofrece inmensas potencialidades energéticas (eólica marina, maremotriz, etc.).
A lo largo del libro su autor trata de exponer algunas claves sobre el futuro modelo de gestión de los mares y océanos sobre los que todavía nos falta mucha información. Este intento es muy oportuno ahora que acaba de aprobarse en nuestro país la Ley 41/2010 de Protección del Medio Ambiente Marino –que es transposición de la Directiva comunitaria 2008/56/CE sobre Estrategia Marina– en virtud de la cual habrá de elaborarse una estrategia de protección del medio marino que tengan en cuenta todos los problemas que inciden sobre este ámbito.
En todo caso, ya no se sostiene la extendida idea de que el mar es un sistema inagotable que todo lo regenera. Todavía sabemos muy poco de los océanos pero lo suficiente como para concluir que lo estamos degradando a marchas forzadas. ROSSI no obstante es optimista: estamos a tiempo de dar una oportunidad a la regeneración pero para ello “no vamos a tener más remedio que ser valientes y cambiar radicalmente nuestro concepto de futuro, transformar considerablemente nuestras necesidades”.