Todos los 5 de junio de cada año, desde el 1973, celebramos el Día mundial del medio ambiente, conmemorando el primer día de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano, reunida en Estocolmo en 1972 (también llamada Cumbre de Estocolmo). Fue a partir de este momento cuando se puso en marcha el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se dio un extraordinario impulso a los Convenios Internacionales sobre medio ambiente y cuando comenzaron a desarrollarse políticas y estrategias para su protección en todos los países del mundo desarrollado y de modo especial en la entonces llamada “Comunidad Económica Europea”. Se avecinaba la traumática crisis del petróleo del año 1973 y se empezaba a ser consciente de los problemas globales generados sobre la industrialización y el desarrollo tecnológicos. Además, se ponían de relieve las grandes diferencias entre los países desarrollados y los paises en desarrollo que reclamaban unas acciones de solidaridad internacional.
Cada año esta efemérides tiene un lema y una sede. Este año el lema es Muchas especies. Un planeta. Un futuro y la sede es Rwanda.
Es sabido que en el Parque Nacional de los Volcanes de Rwanda una de las más importantes poblaciones de gorilas de montaña (una de las especies de simios grandes en mayor peligro de extinción). Pero todavía es más conocido que en esta pequeña república del África Central, en la región de los grandes lagos, se produjo en el año 1994 uno de más sangrientos genocidios de la historia reciente –promovido por la etnia “hutu” contra los “tutsi”- en la que fueron asesinados más de un millón de personas.
Ante la impresionante riqueza de especies –animales y vegetales- que pueblan nuestro Planeta algunos no dudamos que la especie humana es -sin menospreciar a las demás- la más valiosa de nuestra biodiversidad. En la referida Cumbre de Estocolmo se acordó la aprobación de una declaración programática cuyo 4º Principio establece lo siguiente: El hombre tiene la responsabilidad especial de preservar y administrar juiciosamente el patrimonio de la flora y fauna silvestres y su hábitat, que se encuentra actualmente en grave peligro por una combinación de factores adversos. En consecuencia, al planificar el desarrollo económico debe atribuirse importancia a la conservación de la Naturaleza, incluidas la flora y fauna silvestres.
Ya lo sé. El ser humano es capaz de lo peor: de asesinar a sus congéneres por pertenecer a otra raza, de envenenar las aguas de sus vecinos por envidia, de arrasar los bosques con incendios provocados por mero placer, de contratar buques subestandar para hacer negocio con mercancías peligrosas…
Pero también, la especie humana es el único animal capaz de vencer el odio con el amor y la comprensión, salvaguardar con inteligencia nuestro patrimonio natural y defender al resto de los seres vivos, y, si es preciso, castigar a quienes pretender destruir y contaminar nuestra “casa común.
Muchas especies. Un planeta. Un futuro. Querámoslo o no, la especie humana es la única que puede convertir la Tierra – acaso “caliente, plana y abarrotada”- en un mundo mejor. Y con este fin, la mejor inversión (a prueba de crisis económicas, financieras o de cualquier tipo) es la educación ambiental, la educación en valores de los más pequeños que, con paso del tiempo, serán las responsables generaciones venideras. Les podemos –les debemos- facilitar el camino hacia una conciencia ambiental más madura. Hay muchas maneras de hacerlo, como facilitar información infantil y juvenil en las webs institucionales sobre medio ambiente (véanse los ejemplos del Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas, de la Agencia Norteamericana de Medio Ambiente, de la Dirección General de Medio Ambiente de la Comisión Europea, del Ministerio de Desarrollo Sostenible de Francia, del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino de España, etc.). Un buen ejemplo lo tenemos aquí en Galicia, por ello os animo a participar hoy en la fiesta ambiental que organiza la exitosa iniciativa Voz Natura.
El optimismo que destilan sus palabras me es muy grato. Sin embargo, no puedo evitar pensar que el antropocentrismo que informa si no todas, la mayoría de las políticas ambientales esconde en el fondo, y de nuevo, la propia visión egoísta del hombre.
No soy, ni mucho menos una pesimista antropológica pero considero que salvo gloriosas excepciones, hoy por hoy en la sociedad actual todo lo que los hombres hacen, lo hacen por y para ellos mismos.
Quizás una educación adecuada pueda cambiar esa tendencia en las nuevas generaciones, y creo que efectimavente lo hará; aunque no puedo evitar pensar en lo paradójico que resulta que una efectiva y real formación en valores surja de una educación cuyas bases e intereses responden esencialmente a fines humanos.
En la linea del comentario anterior (Marta???) creo que buena parte de la solución de estos problemas es educacional. Creo que nuestras Autoridades en distintos niveles (Xunta-Consellerias) y Organizaciones que tienen que ver directamente con el Medio Ambiente (Sogama, Prensa:VozNatura y otros programas, Concellos, etc.) deben implicarse en la apertura de los cauces debidos para que las proximas generaciones comprendan lo necesario que es cuidar correctamente de nuestro entorno: Bosques, Rios, Mares, Aire, etc.
Esta claro que ya hay un daño producido que espero se vaya recuperando con el tiempo. Pero para ello, esta claro que se debe detener o al menos minimizar el deterioro que continuamente causamos. Cultura, Educacion y por supuesto Legislacion y que esta se cumpla