La Voz de Galicia
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Arco salva a Arco

Los cazadores de novedades sacuden la cabeza diciendo que no hay nada nuevo. Los auténticos aficionados sobrellevan sin problemas su síndrome de Stendhal. Entre unos y otros los turistas se fotografían con el generalísimo. El arte político ahora es cosmético. Pero de pronto te topas de bruces con un enorme Frank Stella, pintado hace cuarenta y tres años, que se come con patatas a un Sarah Morris justo enfrente, pintado hace dos tardes. Cuando te acercas a él descubres que entre las franjas de color perviven los restos del lápiz; esta sencilla revelación justifica el viaje a Madrid, los cuatro días de atolondramiento y las fatigas nocturnas. Un exquisito Gerardo Rueda te espera agazapado entre los excelsos retales que completan una de esas galerías que parecen anticuarios. Esto quiere decir que la presencia de vacas sagradas del siglo pasado no es necesariamente inapropiada, solo es preciso un lúcido esfuerzo curatorial … Seguir leyendo

El asistente y la mano de Nóvoa

La última que vez que visité a Leopoldo Nóvoa en su estudio de Armenteira estaba trabajando con su asistente. Leopoldo, con las dos caderas operadas, estaba sentado en un sillón de orejas, lijando la volcánica pátina de una de sus piezas; su asistente sujetaba el cuadro inclinado obedientemente sobre él. Era una escena bellísima. Semejaba una pintura holandesa. Un pequeño gabinete bañado por una luz lateral, pintada por Vermeer. Era además una lección para todos esos pintores que se jactan, en un grosero ejercicio de márketing, de que ya no pintan sus propias obras. El asistente ponía el músculo, pero la mano que dibujaba, la que manchaba, la que rasgaba, la que se posaba trémula y a la vez enérgica sobre la tela, seguía el severo mandato de una de las cabezas más decisivas de la pintura gallega. La misma mano que apretaba con firmeza la tuya cuando se despedía … Seguir leyendo