La Voz de Galicia
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En cierta ocasión presenciamos en una ceremonia de bautismo cómo el sacerdote que se disponía a cristianar a una niña preguntaba qué nombre iba a dársele a la criatura, y cómo la respuesta «María» le hizo dar un respingo, acostumbrado como estaba al auge aparentemente imparable de nombres exóticos, tomados unos de folletines americanos de televisión y otros de denominaciones comerciales de muñecas.
Los antropónimos que hoy llevan más españolas son María (casi seis millones y medio, en el noventa por ciento de los casos formando nombres compuestos) y Carmen. En España hay 447.000 mujeres que se llaman Carmen y 681.000 María del Carmen. En total, llevan Carmen solo o formando parte de compuestos 1.280.000 españolas.
La elevada posición de Carmen en la lista contrasta con la que tiene entre las niñas que se registran en los últimos tiempos, concretamente el decimosexto en el 2011, tras Lucía, Paula, María, Sara, Daniela, Carla, Sofía, Alba, Claudia, Martina, Julia, Marta, Irene, Laura y Valeria.
Carmen es una alteración del latín Carmel o Carmelus, el monte Carmelo, al que muchos judíos de la Antigüedad acudían el sábado. La advocación de la Virgen María del Monte Carmelo, también conocida como Nuestra Señora del Carmen o Virgen del Carmen —patrona de la gente del mar—, es el origen del nombre de pila Carmen y de la forma Carmela, que tiene el masculino Carmelo.
El antropónimo es rico en hipocorísticos, los principales de los cuales son Carmela, Carmenchu, Carmina, Menchu, Mamen y Maica. Los del gallego Carme son Carmela y Carmiña. La forma catalana es Carme, y las vascas, Karmen y Karmele.
Algún lector se preguntará extrañado a qué viene esta atención sobre Carmen a tres meses del 16 de julio. La explicación se sencilla: celebramos la reciente incorporación a la nómina de Cármenes de una niña aún diminuta, pero cargada de energía, hija de aquella María que un día hizo dar un respingo a un cura. Acaba de llegar al mundo con algunas prisas, aunque esperamos que sea para quedarse muchos años.