La Voz de Galicia
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Un siglo y medio después de que Gertrudis Gómez de Avellaneda emplease en español la voz francesa amateur (El artista barquero, o Los cuatro 5 de junio, 1861), la Academia la incorpora al Diccionario, aunque manteniendo su carácter extranjero, pues la escribe en cursiva. Desde mediados del XIX el amateur no nos ha dejado, primero aplicado a quienes practican un arte sin ser profesionales y más tarde también a los deportistas que tampoco eran profesionales.
Sin embargo, amateur nunca ha gustado a los guardianes del idioma por la discrepancia entre su grafía y la pronunciación más generalizada, a la francesa, [amatér], aunque no es la única. Pudo haberse conciliado la forma escrita con la hablada, y aún hoy hay quien propone que se escriba amater. Pero parece que ya es tarde para optar por la adaptación, como se hizo con dilettante, que desde 1984 está en el Diccionario como diletante. (Cuentan que un profesor que explicaba esta aclimatación le preguntó a un alumno: «¿Qué nos queda si al italiano dilettante le quitamos una t?». «El ialiano dilettante», respondió ufano el que ya nunca será filólogo).
Diletante era una alternativa a amateur, aunque se quedó casi solo para los afionados a las artes, y más específicamente a la música. Su frecuente uso peyorativo le ha quitado mucha utilidad para emplearlo con sus otros sentidos. Así las cosas, al amateur no le queda en español otro sustituto que aficionado.
El problema surge ahora con la palabra que da nombre a la condición de amateur o aficionado. De la primera ha derivado amateurismo, que la Academia sí ha aceptado como español fetén, pese a que una se pronuncia [amatér] y la otra [amateurísmo]. Atrás queda el fracasado intento de introducir, para expresar la idea de la condición de aficionado, la voz aficionadismo, cuya invención atribuye Seco a Pérez de Ayala y que hace un siglo emplearon plumas tan ilustres como Gregorio Marañón en Ensayos sobre la vida sexual («… la ciencia auténtica y responsable, que no al deleitantismo [?] y superficial aficionadismo») y Pedro Salinas.