La Voz de Galicia
Políticamente, solo se puede ganar o morir
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Foto de Benito Ordóñez

Foto de Benito Ordóñez

¿Cómo se mide el éxito de una manifestación? Unos miles de personas bastaron el año pasado a Galicia Bilingüe para autolegitimarse para dictar la política lingüística del país. Decenas de miles marcharon el otro día en Compostela, también por cuestiones relacionadas sobre la lengua. Reclamaron un giro de 180 grados en la política de la Xunta sobre este espinoso tema.

Hace quince años, en verano de 1995, se registró en Vigo -habitual escenario de protestas de todo tipo- una manifestación histórica. Los vigueses se echaron a la calle para protestar por el descenso administrativo del Celta -entonces en Primera- a Segunda B. Participaron entonces 20.000 personas en una marcha que concluyó en la puerta del sol de la ciudad olívica.

Ahora el alcalde de Vigo, el siempre oportunista y (ahora) localista Abel Caballero (PSdeG), adalid del movimiento contra la hipotética fusión de las dos cajas de ahorro de Galicia -Caixa Galicia y Caixanova-, ha pasado a la ofensiva. Ha convocado una manifestación antifusión sin el respaldo de su socio de Gobierno, el BNG, con la oposición frontal del PP y muy poco entusiasmo en su partido (en este aspecto, Pachi Vázquez juega a lo Rajoy, dejando hacer).

Según el ex ministro de Felipe González y ex candidato a la presidencia de la Xunta (cosechó el peor resultado del PSdeG en su historia), todo Vigo va a echarse a la calle para defender la independencia de Caixanova. ¿Y a cuántos  equivale  una movilización «masiva» en una ciudad de 300.000 habitantes?  Él ha convocado personalmente a todos y cada uno de los vigueses. El día9 haremos cuentas. ¿Dónde está el umbral del fracaso? ¿Qué banderas van a enarbolar? ¿Cuántos buses se van a fletar desde fuera de Vigo?

Si Vigo no se echa a la calle, ¿debería dimitir?  ¿O llegaría con dar una vuelta de tuerca a una posición política enconada y, obviamente, electoralista?