La Voz de Galicia
Políticamente, solo se puede ganar o morir
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En todas las campañas y precampañas abundan tanto las proclamas de austeridad como las acusaciones de despilfarro y pasión por el lujo. Muchas veces suelen incluirse en el argumentario los parques móviles públicos. A partir de los vehículos que transportan a los mandatarios se ha llegado a montar algún que otro escándalo político. Algunos con fundamento -que diría Arguiñano-, otros no.

Se trata de un tema sensible que llega con facilidad a los electores. Y sirve en muchos casos para crear aureolas de honestidad y modestia. Es decir, son un instrumento político. Hay dirigentes que lo usan con maestría y desfachatez, como el populista presidente de Cantabria Miguel Ángel Revilla, famoso por sus incursiones en taxi a la Moncloa. Hay otros a los que traiciona el discurso y acaban patinando. ¿Es este el caso de Alberto Núñez Feijoo?

El futuro presidente de la Xunta demonizó en su día a Touriño por adquirir un Audi similar al de Fraga. Y proclamó más tarde que su vehículo oficial sería un Citröen. Era un guiño a la factoría gallega de la compañía francesa.

Feijoo ganó las elecciones. Le toca cumplir la promesa. Pero hay un problema: en Vigo solo se fabrican coches familiares (C4 y Xsara) y furgonetas (la Berlingo).

Evidentemente, Feijoo necesita una berlina (le pondrán blindaje). Tendrá que recurrir a un vehículo fabricado en Francia (el C6, como Sarkozy) para cumplir -a medias- su promesa farol. ¿Se acabó la diversión? Pues no. Hay gente con mucho sentido del humor que ha recreado en la Red, a partir de una furgoneta legendaria que sí se fabricó en Vigo, la C-15,  el vehículo perfecto para el triunfador del 1-M: la Feijooneta.