En el principio el hombre estaba solo en el mundo, tan feliz. Era el jefe. Pero se cansó de mandar sobre sí mismo. Y según algunos textos sacros, pidió a alguna divinidad que le buscase compañía.
Su demanda fue satisfecha. Donde antes habitaba uno, vivían dos. Y no siempre en completa armonía. Surgieron las divergencias y los conflictos de pareceres. La primera vez que uno impuso su criterio sobre el otro, se produjo un hito. Sin saberlo, quizá en una cueva, acababan de inventar la política. Sin duda, el oficio más viejo del mundo.
Miles de años después, las relaciones de poder siguen fieles a ese esquema: unos mandan, otros obedecen. Y para decidir quien ejerce el papel preponderante, los humanos han disputado siempre lo que el escritor estadounidense George R. R. Martin (autor de la monumental serie épica Canción de hielo y fuego) bautizó como juego de tronos. Y en él «solo se puede ganar o morir, no caben puntos intermedios».
César, ojalá tus posts estén repletos de historias apasionantes, truculentas, repletas de guiños y estrategias. Nos leemos.
César, esta vieja compañera desea daros la enhorabuena por vuestros nuevos blogs. Prometo seguirlos a diario. Estoy segura de que no me defraudaréis.
Como soy vecina del Parlamento, si me entero de algún cotilleo de los que practican ese viejo oficio, te lo haré llegar.
Un bico. ¡Mucha suerte!
César, el oficio más viejo del mundo no es la política. Lo siento tenía que decirlo jajajaajajaja. Me gusta mucho tu blog, por cierto, por fin iteracción en la página web, yujuuuuuuuuuuuuuu…