A punto de terminar mi estancia en la “Gran Manzana” –y en los Estados Unidos-, descubro en el “bookstore” de la Universidad de Columbia (situada al norte del “Central Park”) un voluminoso estudio sobre la historia ambiental de la ciudad de New York escrita por Ted STEINBERG, Profesor de Historia y Derecho de la “Case Western Reserve University” de Cleveland, titulada “Gotham Unbound. The ecological history of greater New York” (recientemente publicada en 2015 por la editorial Simon & Schuster). El apelativo “Gotham” para referirse a New York aunque aparezca en los cómics y películas de Batman, en realidad cuenta con más de un siglo de historia cuando el conocido escritor neoyorkino Washington IRVING comenzó a utilizar dicho término -que significa en anglosajón “Ciudad de la Cabra”- en 1807 en su periódico satírico “Salpicon”, inspirado en un antiguo cuento popular de Inglaterra. Por el contexto de este cuento bien podría equivaler a “ciudad de locos”.
“Gotham Unbound” (premiado con el “2015 Prose Award for US History”) es una monumental historia de la ciudad de New York y su entorno natural, desde el descubrimiento en 1609 de “Mannahatta” por navegante inglés Henry HUDSON hasta el huracán mortífero huracán “Sandy” en octubre de 2012 que ocasionó graves daños –personales y materiales- en la costa este de los Estados Unidos y en el Caribe. Un apasionante relato del incesante desarrollo urbanístico de una ciudad que transformó marismas y bancos de mariscos en una jungla de gente, asfalto y acero. En el último capítulo de este libro, sobre el futuro de New York, el autor pone de manifiesto las incertidumbres que se ciernen sobre la “Gran Manzana” con respecto a las previsibles consecuencias derivadas del cambio climático y, en especial, lo relativo a la elevación del nivel del mar. Como señala uno de los comentarios al libro por parte del escritor Mike DAVIS, estamos ante una “revelación”: “en este caso del mundo de agua que Nueva York fue una vez y que gracias al calentamiento global puede llegar a ser de nuevo.»
Los riesgos sobre el futuro de la “Big Apple” son tan evidentes que el nuevo “Plan de Sostenibilidad” de New York (“One New York: The Plan for a Strong and Just City”: OneNYC) –que hemos venido comentando en las anteriores entradas de este blog- contempla un apartado relativo a los desafíos a los que está sometida la ciudad en el futuro, como el relativo al cambio climático, con un “plan de resiliencia”. En el Capítulo del OneNYC “nuestra ciudad resiliente” se afirma entre otras cosas: “Nuestros barrios, la economía y los servicios públicos están preparados para resistir y salir fortalecidos de los impactos del cambio climático y otras amenazas del siglo 21”; “Como una ciudad resiliente, Nueva York será capaz de responder a los eventos adversos como el huracán Sandy, ofrecer funciones y servicios básicos a todos los residentes, y salir fortalecidos como comunidad, con el objetivo de evitar –para el año 2050- el desplazamiento a largo plazo de los hogares y puestos de trabajo. Gracias a la reforma de la ciudad: con la renovación de edificios privados y públicos para ser más eficientes en uso de la energía y más resistentes a los impactos del cambio climático; con la adaptación de las infraestructuras del transporte, las telecomunicaciones, el agua y la energía con el objetivo de soportar eventos climáticos severos; y a través del fortalecimiento de nuestras defensas costeras contra las inundaciones y la subida del nivel del mar. Fortaleceremos casas, negocios, organizaciones basadas en la comunidad, y los servicios públicos para reducir los impactos de eventos disruptivos y promover una recuperación más rápida”.
¿Es realista este plan o encubre un loco proceso de urbanización –de Gotham- en contra de los procesos naturales que traerá consigo con bastante probabilidad el cambio climático? ¿Es acaso la inercia de una mega-ciudad que se resiste a admitir los límites inexorables trazados por la naturaleza? ¿es producto de una soberbia cortoplacista cegada por el increíble dinamismo de poder económico y financiero albergado en Manhattan?
El tiempo nos dirá si es errado el planteamiento diseñado por el nuevo “plan de sostenibilidad” de New York. Pero, al menos, existe un plan ante tan formidables desafíos, algo que pocas ciudades del mundo pueden lucir. No obstante, algo me dice ante retos tan profundos, la filosofía del Plan es acertada: las autoridades de la “Big Apple” cuentan con la participación y colaboración de sus ciudadanos e instituciones y esto es, a mi juicio, una de las mayores garantías de su éxito.