La pasada semana, los días 25 a 27 de marzo, tuve la oportunidad de asisitir en el Campus de Berkeley al Congreso titulado “Science for Parks, Parks for Science. The Next Century”. Este evento científico -que ha reunido a destacadas personalidades del mundo científico, a gestores del Sistema de Parques Nacionales de los Estados Unidos y varios centenares de investigadores en este campo de la biodiversidad- trataba de conmemorar el primer centenario de una famosa Conferencia sobre la gestión de los parques que tuvo lugar aquí en Berkeley en 1915, organizada por dos ex-alumnos de Berkeley, Stephen MATHER y Horace ALBRIGTH. De aquella histórica reunión -que contó con la asistencia de los administradores de los parques naturales creados hasta entonces, empresarios, científicos, conservacionistas y politicos- surgió la puesta en marcha del “Servicio de Parques Nacionales” («National Park Service«) en 1916, cuyos primeros directores fueron respectivamente, MATHER (1916) y luego ALBRIGHT (1929).
Como es sobradamente conocido Estados Unidos fue pionero en la creación de los Parques Nacionales, siendo el de Yellowstone el primero de la historia, hasta los 58 Parques que componen el “sistema de Parques Nacionales” y que se encuentran a lo largo de 27 de los Estados, aunque California y Alaska son privilegiados por contar con ocho cada uno. A los anteriores hay que sumar el recién creado por el Gobierno OBAMA, a mediados del año 2014, en las “Islas Remotas de Pacífico” (siete islas y un atolón) que, bajo la soberanía de los Estados Unidos, ha pasado a convertirse en la mayor reserva marina del mundo. De los 225.000 kilómetros cuadrados que contaba como “monumento nacional”, ha pasado a extender a cerca de 2 millones de kilómetros cuadrados (hasta las 200 millas náuticas de su zona económica exclusiva).
No cabe duda de que esta institución de los “parques naturales”, posteriormente extendida al resto de los países del mundo (en España el primer espacio natural protegido fue el “Parque Nacional de la Montaña de Covadonga”, declarado como tal en 1918; actual PN de “Picos de Europa”) es una de las “mejores ideas” gestadas por la democracia norteamericana: que los más magníficos y sagrados lugares de la Nación debían ser preservados, no para la realeza o los ricos, sino para todos. A su contribuyeron personalidades que algún día comentaré, como Ralph WALDO EMERSON (escritor, filósofo; 1803-1882) en la costa Este, o John MUIR (naturalista californiano y fundador del Sierra Club; 1938-1914) en la costa Oeste. Para una buena aproximación general a los parques naciones en norteamérica son muy recomendables: el libro –profusamente ilustrado- de Ken BURNS y Dayton DUNCAN (“The National Parks: America’s Best Idea”, 2009) y, por supuesto, y la serie documental de TV que, con el mismo título –y bajo de la dirección del citado Ken BURNS-, constituye un documento audiovisual de gran calidad y belleza y comprehensivo de esta institución.
Volviendo al Congreso de Berkeley de la pasada semana. Sus contenidos estaban orientados en orden a tres grandes cuestiones: cuál es la misión –o misiones- del Servicio de Parques Nacionales y su verdadera relevancia en el momento actual; cómo está respondiendo la “Administración de los Parques” (“stewardship”) a los retos del mundo cambiante (incluido el cambio climático, claro); ¿hay un acoplamiento –o desacoplamiento- entre los parques y los ciudadanos? Entre los objetivos del Congreso: crear la “hoja de ruta” de la ciencia para los parques para las próximas décadas; catalizar la excelencia en la ciencia de las áreas protegidas a través del compromiso de los científicos con los parques; y llegar al gran público a través de eventos y programas de gran cobertura mediática (quizá por este motivo en la organización del Congreso la “National Geographic Society” –fundada en Estados Unidos en 1888- ha tenido un papel importante).
En realidad, con un parecido planteamiento y temas similares, tuvo lugar, en enero de 2012, un importante Congreso celebrado en Washington DC (“America’s Summit on National Parks. Taking Action for a new Century”) una cumbre sobre los Parques Nacionales y las medidas que había de adoptarse en el presente siglo. Su “declaración de principios comunes” proyectaba hacia el futuro algunos de sus retos más importantes: “mantener la promesa de los Estados Unidos a nuestros hijos” (preservar el rico patrimonio que contienen los parques), “proteger y apreciar nuestra herencia”, “promover alianzas ponderosas” (promoción de socios y voluntarios”), “evolucionar con los Estados Unidos que cambia constantemente”, “mejorar la calidad de vida”, “entregar recuerdos duraderos”…
La conferencia inaugural del Congreso de Berkeley corrió a cargo del famoso biólogo estadounidense Edward Osborne WILSON (padre de la “sociobiología”: rama del conocimiento científicos que investiga las bases biológicas de las conductas sociales de los seres vivos) y versó acerca de la importancia de la biodiversidad, sus amenazas actuales, sus retos futuros y la valiosa aportación de los parques naturales para su preservación. Personalmente me gustó especialmente –por ser una de las pocas ponencias plenarias relativas al medio marino- la intervención de Jane LUBCHENCO, Profesora de la Oregon State University, quien es una muy reconocida especialista en la ecología marina y dirigió la importante agencia “National Oceanic and Atomosféric Administration” (NOAA) durante el primer mandato del Presidente OBAMA. También me pareció muy sugerente la charla Gary MACHLIS (profesor de sostenibilidad de la Clemson University) sobre “el futuro de la ciencia en los Parques nacionales”. Todas las sesiones plenarias del Congreso pueden reproducirse en «livestream» gracias a las grabaciones audiovisuales disponibles en su página web.
La conferencia de cierre del Congreso fue impartida por uno de los más importantes organizadores del mismo, Steve BEISSINGER, Profesor de Conservación Biológica de la propia Universidad UC-Berkeley. Subrayó las grandes claves del futuro de la gestión de los parques nacionales: responder a los cambios ambiental pero también cambios culturales de nuestra sociedad; pensar en una gestión que va más allá de los propios límites de los parques; recuperar el principio de precaución; implicar a la sociedad en la protección de los parques; insuficiencia de la mera monitorización de los parques y necesidad de una protección integral (incluido el sistema social circundante); incrementar el número de investigadores implicados en la investigación sobre la protección de la biodiversidad (en definitiva, de acuerdo con el “leit motiv” histórico del Congreso: implicar a la Universidad en la protección y gestión de los parques). Concluyó con un pensamiento del mejicano Ernesto ENKERLÍN, presidente de la Comisión de Áreas Protegidas de la Unión Internacional de Protección de la Naturaleza (UICN), quien también intervino en una de la sesiones plenarias del primer día, en el sentido de que en la lucha por mantener la protección de los parques y áreas protegidas no solo está en juego su propia pervivencia sino, lo que es más importante, el logro de las aspiraciones humana en torno a la sostenibilidad del Planeta.
En resumen, para mi fue extraordinariamente enriquecedora la asistencia a este Congreso. De la importancia del trabajo interdisciplinar y de recíproca colaboración Universidad-Administración Pública en la protección de la biodiversidad. De la necesidad de reflexionar sobre el futuro sin dejarse llevar por las inercias burocráticas. De la vital implicación de la sociedad y de la ciudadanía en semejante tarea. Seguro que en este trabajo promovido por Berkeley están muchas de las futuras bases de la protección de los parques nacionales no solo de los Estados Unidos sino de todo el mundo, pues no hay que olvidar que aquí nació –hace casi un siglo y medio- tan magnífica idea.
Muy interesante el post y seguro que el congreso. Gracias por compartirlo!