Gracias a que, desde hace muchos años, soy socio del Capítulo español de la Internet Society (ISOC) y recibo diariamente las noticias que me llegan de sus asociados, me he enterado de la polémica despertada por el artículo publicado hace dos años –en septiembre de 2012- por James GLANZ titulado “Power, pollution and the Internet”. En ese artículo se venía a decir que si la “nube” (“cloud computing”) fuera un Estado, su consumo de energía eléctrica sería el sexta más grande del Planeta; que la “nube” consume la energía producida por 30 plantas de energía nuclear (“30 billion wats of power”). Mis colegas de la ISOC no dudaron en poner, inmediatamente, en duda la fiabilidad de estos espectaculares datos. Lo cierto es que no debe ser pequeña la factura del consumo global de electricidad que sostiene los más de 2.500 millones de personas que estamos conectados a Internet.
Sea lo que fuere, algo se está moviendo en Internet de cara a la sostenibilidad ambiental. ¿Será por mero snobismo o por una moda pasajera? ¿acaso para atraer a los concienciados internautas ambientalistas? O porque ¿realmente es preciso colaborar a rebajar la factura de un consumo exponencial de nuestras navegaciones ciberespaciales, las de media humanidad?
La preocupación y sensibilidad ambiental de las empresas tecnológicas que operan en Internet –y, por ende, de sus servicios y productos- no es nueva, sin embargo, puede afirmarse que en los últimos años está creciendo la “responsabilidad ambiental”. Y, esta dirección, me ha parecido de gran interés el informe que acaba de publicar –en abril de 2014- la multinacional ecologista “Greenpeace”, con el título “Clicking Clean: how companies are creating the Green Internet”. Desde hace unos años este grupo ecologista había venido denunciando el enorme consumo de energía por parte de las empresas del sector tecnológico (How Clean is your Cloud?, 2012).
El referido estudio recoge, en realidad, un ranking de las más importantes empresas tecnológicas norteamericanas (una veintena) conforme al tipo de energía que consumen (gas natural, carbón, nuclear) y de acuerdo con una serie de parámetros relativos a su “transparencia energética”, el uso de energías renovables, su “eficiencia energética”, etc. En definitiva, se trata de un “índice de energía limpia” (“Clean Energy Index”). Y los resultados del estudio son que seis de las más importantes marcas tecnológicas (entre ellas, Apple, Facebook, Geogle, Box, Salesforce…) han dado pasos muy importantes hacia la alimentación de sus centros de datos con energías renovables. En particular, se destaca el extraordinario esfuerzo realizado por las empresas Apple y Facebook y por su gran “transparencia energética”. Así, por ejemplo, esta red social creada por Mark ZUCKERBERG, posee su centro de datos en Iowa que está alimentado por un parque eólico. Google también resulta bien parada del análisis energético de Greenpeace.
En el lado opuesto se sitúa la empresa Amazon –cuya infraestructura depende en gran parte de Internet- con una inexistente transparencia energética y ausencia de información sobre el alcance de su “huella ecológica”. Igualmente, en el caso de Twitter, la organización ambientalista denuncia que la red social no ha hecho esfuerzo alguno por incorporar energías renovables en sus centros de datos.
Confieso que soy usuario de Apple y que me ha impresionado su reciente campaña sobre “responsabilidad ambiental”. “Queremos dejar un mundo mejor del que nos encontramos”, comienza diciendo. “Nos esforzamos por crear los mejores productos del mundo… Productos de los que estar orgullosos… –sigue afirmando- Esta misma pasión por innovar en las que nos guía a la hora de abordar nuestro compromiso con el medio ambiente”. Todos los mensajes están muy bien pensados: “tenemos una responsabilidad muy grande: dejar una huella más pequeña”; “las sustancias tóxicas no tienen cabida ni en nuestros productos ni en nuestros procesos”; etc.
Todos sus apartados sobre responsabilidad ambiental están magníficamente ilustrados: “cambio climático”, “sustancias tóxicas”, “recursos limitados”, … y, para poner la “guinda”, en el apartado de “nuestra evolución” –que comienza “durante más de 20 años, Apple se ha esforzado por reducir al máximo el impacto ambiental de la compañía y de sus productos”- se adjunta una Carta de la Vicepresidenta de Iniciativas Ambientales de Apple, Lisa JACKSON, nada más y nada menos quien fue hace pocos años Directora de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (conocida por sus siglas “epa”). Hay que reconocer que, al menos, su “marketing ecológico” es extraordinario. Información ambiental según las directrices de la Guía G3 de la «Iniciativa Mundial para la Elaboración de Informes de Sostenibilidad» (GRI); certificación por la ISO 14001; cumplimiento de la Directiva Europea de Restricción de Sustancias Peligrosas (RoHS); retirada de BFR y PVC de sus productos; respeto de la normativa CE 1907/2007 sobre registro, evaluación, autorización y restricción de preparados químicos (conocida como REACH); detallados informes ambientales de todos y cada uno de sus productos; y un largo etcétera.
“Google Green” por su parte, también presenta un llamativo y envidiable programa de responsabilidad ambiental. “Una Web mejor para el medio ambiente” reza su declaración ambiental. “Esto significa que cuando utilices los productos de Google, mostrarás un mayor respeto hacia el medio ambiente”, añade. Y como prueba de ello manifiesta: “hemos eliminado nuestro impacto en el cambio climático desde 2007”; “nuestros centros de datos utilizan un 50% menos de energía que los centros de datos habituales”; “hemos invertido más de 915 millones de dólares en energías renovables”, etc.
Soy consciente de que uno no se debe dejar impresionar en exceso por la publicidad empresarial. Muchas veces se cumple el refrán “dime de qué presumes…”. Pero todo parece indicar que algo se mueve en Internet a favor de un uso más sostenible de los recursos energéticos por parte de grandes empresas tecnológicas que así consiguen, sobre todo, atraer a más clientes. En cualquier caso se trata de conseguir, de una manera u otra, el objetivo enunciado por Kumi NAIDO –actual Director Ejecutivo de Greenpeace– “We need a greener online for a greener offline”.
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