Como he hecho en parecidas ocasiones me permito despedir el 2012 con estos comentarios que sólo pretenden destacar lo más señalado, a mi modesto entender, de lo que ha deparado este año en materia ambiental. Desde luego, no será recordado como el mejor de la década pero quizá esté marcando, sin que nos demos cuenta, un cambio de tendencia del sistema socioeconómico del mundo occidental en el que vivimos. Lo económico lo domina todo, es el centro de nuestras preocupaciones y comentarios pero intuyo que la clave de las soluciones, la puerta de salida de la crisis, no está propiamente en la economía sino en el fundamento ético de nuestra conducta y la de los operadores económicos que invaden nuestra atmósfera existencial.
En el ámbito internacional, tanto la magna Cumbre de Río+20 celebrada a mediados de año como la Cumbre del clima en Doha de finales, nos enseñan, o que ha fracasado el sistema tradicional de acuerdos internacionales, o que debemos seguir otras pautas de negociación en los temas globales. En todo caso, la omnipresente economía –eso sí, “economía verde”- ha protagonizado el panorama internacional con sus defensores acerrímos y con sus agudos críticos. Y, mientras el mundo científico, por su parte, clama con bastante unanimidad acerca de un Planeta sometido a excesivas presiones ambientales como nunca en la éra del Antropoceno.
La Unión Europea, cada vez más desdibujada en el orbe mundial y débilmente gobernada por el tanden franco-alemán, lucha denodadamente por salir de la crisis económica que amenaza el mercado y la moneda únicos. En su política ambiental lo más reseñable es la aprobación “in extremis” por la Comisión Europea de la propuesta de Programa General de Medio Ambiente de la Unión Europea hasta 2020 que sustituya al ya periclitado 6º Programa que expiró el pasado mes de julio de 2012. Su leit motiv, “vivir bien, respetando los límites de nuestro Planeta” y entre sus objetivos prioritarios se encuentra fortalecer la resiliencia ecológica, impulsar el uso eficiente de los recursos y un crecimiento bajo en carbono, mejorar la aplicación de la legislación ambiental comunitaria, asegurar las inversiones en apoyo de la política sobre cambio climático, promover la sostenibilidad de las ciudades, etc.
En España las actuaciones del Gobierno de la Nación en materia ambiental permiten dos lecturas bien diferentes: la del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente –que en pro de un necesario impulso de la actividad económica está procedimiento a una intensa “desregulación” (puede llamarse también “simplificación normativa”)- y la de los grupos ecologistas –que, recientemente, a través de un comunicado conjunto, hablan de un “desmantelamiento” y “pérdida de peso” de las politicas ambientales en España-. Sea lo que fuere, a mi juicio, como estudioso de la protección del litoral, ya he tenido ocasión de manifestar en este blog mi preocupación y la de quienes componemos el Observatorio del Litoral acerca de las negativas consecuencias que puede tener para la protección de la costa el proyecto de Ley de Protección y Uso Sostenible del Litoral que está terminando su trámite parlamentario en las Cortes Españolas.
Para un mejor conocimiento del estado del medio ambiente en nuestro país, el Observatorio de la Sostenibilidad de España (OSE) acaba de publicar su octavo informe, en el que, entre otras muchas cosas, advierte que para salir de la crisis, apostando por la “economía verde” “no basta con un simple reverdecimiento de la economía a partir de algunos cambios superficiales, sino que, para un cambio profundo del modelo productivo en un sentido de mayor “sostenibilidad estructural” es necesario que la ecoeficiencia, la equidad, la reducción de las desiguladades sociales y la cohesión terrritorial vayan de la mano” (L. JIMÉNEZ HERRERO, en la Presentación del Informe “Sostenibilidad en España 2012”).
Desde la perspectiva de los ensayos y trabajos que no he podido comentar con más detalle a lo largo del año quiero ahora destacar los trabajos de J. RIECHMANN: Interdependientes y ecodependientes. Ensayos desde la ética ecológica y hacia ella (Proteus, 2012); de R. FOLCH, de su segunda edición, corregida, actualizada y aumentada, del ensayo: Ambiente, emoción y ética (RBA, 2012); y de J. VOZMEDIANO: El hombre insostenible (Universidad de Sevilla, 2012). De todas formas, para los que esperan al regalo de Reyes me permito recomendar la nueva generación de “cuadernos de Campo” de Félix Rodriguez de la Fuente, disponibles en formato digital.
Y ya acabo, dejando paso al nuevo año 2013. Parafraseando el título de la reciente y exitosa película dirigida por J. A. BAYONA, quiero expresar que, así como la familia BENNET logra sobrevivir al devastador tsunami, nuestra sociedad (las personas que la componen) es sostenible, es perfectamente posible que pueda salir adelante con tesón, trabajo y optimismo, como lo hiceron nuestros padres. Es mi deseo para el nuevo año.
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