No ha pasado una semana desde que el huracán “Sandy”, un ciclón tropical generado en el mar Caribe, ha dejado ya más de cien muertos y destrucción en la costa este de los Estados Unidos. Al día de hoy todavía hay varios millones de personas sin luz electrica y largas colas para acceder al combustible e incluso a alimentos. Y no nos estamos referiendo a un país en desarrollo, de esos que sufren con frecuencia desastres naturales (de los que nadie se acuerda), sino al mismísimo Manhattan, al corazón financiero de Norteamérica, obligando a parar por dos días el vertiginoso ritmo especulativo de Wall Street.
Todo ha ocurrido en plena recta final de las reñidas elecciones presidenciales, cuando las encuestas dan casi un empate técnico entre el 44º Presidente de los Estados Unidos, el demócrata Barack OBAMA, y el candidato republicano Mitt ROMNEY. El devastador huracán ha irrumpido en tan histórico momento y con él un debate casi inédito en la previa campaña electoral: el cambio climático. Los trágicos efectos del inoportuno fenómeno atmosférico, ¿son acaso manifestación del tan cacareado “cambio climático” o, mejor, del “calentamiento global”?
Durante estos días las redes sociales han funcionado frenéticamente intercambiando mensajes acerca de las causas del Sandy: ¿”actos del hombre” o “act of God” (como se conoce en el mundo anglosajón la “fuerza mayor”)? Inevitablemente he repasado el Informe de Síntesis “Cambio Climático 2007” -publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático– allí donde se dice que es altamente probable que los efectos del cambio climático actual se deban en parte a causas antropogénicas y entre dichos efectos se indica expresamente que “probablemente aumentará la intensidad de los ciclones tropicales”. También al conocer que la previsión de daños que ha originado el ciclón sobrepasan los 50.000 millones de dólares, me he acordado del Informe Stern sobre la “economía del cambio climático y el calentamiento global” (publicado en 2006) donde, entre otras cosas, se dice que “los costes de la estabilización del clima son considerables pero manejables” pero que “una demora sería peligrosa y mucho más costosa”.
Probablemente el huracán beneficie al Presidente OBAMA que está procurando gestionar la emergencia de la mejor manera posible y recordando –un tanto tímidamente- la importancia de la lucha contra el cambio climático, frente al relativo excepticismo de su contrincante en la carrera hacia la Casa Blanca. De hecho, todos los medios han destacado en los últimos días, la orientación del voto del independiente alcalde de Nueva York, Michael BLOOMBERG, hacia el Presidente OBAMA “por sus esfuerzos contra el cambio climático”.
Personalmente confieso que había depositado muchas expectativas sobre Presidente afroamericano para relanzar la política internacional en la lucha contra el cambio climático –tras el parón del Presidente BUSH-. Sin embargo, el fracaso de la Cumbre de Copenhague de 2009 y los pobres resultados de las posteriores Conferencias sobre el Cambio Climático (de Cancún de 2010 y de Durban de 2011), me han confirmado que los problemas internos derivados de la crisis económica y financiera han pesado más en la agenda política de OBAMA que una decidida apuesta y un liderazgo mundial en esta batalla.
Sea lo que fuere, la catástrofe de estos días experimentada en la rica costa este de los Estados Unidos, obliga a quien gane la elección presidencial el próximo martes 6 de noviembre, a introducir necesariamente en su programa de gobierno una estrategia de prevención, mitigación y adaptación frente/de/a los efectos provocados por los cada vez más frecuentes fenómenos metereológicos de naturaleza catastrófica, llámese “lucha contra el cambio climático”, “manejo de emergencias” o como se quiera llamar. Y, es que, a mi juicio, así como las ramas no nos deben impedir ver el bosque, la lucha contra la crisis económica no debe olvidar e impedir abordar los nuevos riesgos globales ambientales.
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