La Voz de Galicia
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Tecnología y productividad en movilidad
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En la primera parte de esta reseña os hablé sobre mis impresiones acerca del hardware de la Blackberry Bold 9900. Por supuesto, y esto es algo cada vez más aplicable, el interés de un terminal no depende exclusivamente de su hardware sino también del sistema operativo que utiliza y el ecosistema de aplicaciones y servicios en el que se encuadra.

Sistema operativo y navegación

Este terminal incluye la versión 7 de Blackberry OS. En general, todo se mueve con una soltura pasmosa, no sé si exclusivamente por el hecho de utilizar un hardware sensiblemente más potente que modelos anteriores o también porque hayan optimizado mucho más el sistema operativo. Una de las primeras mejoras que detecté frente a modelos anteriores es que ya no necesitaba un programa de terceros para optimizar el uso de la memoria RAM, ya que ahora el sistema mantiene su fluidez a lo largo del día sin necesidad de usar uno de estos programas o de reiniciar el terminal.

 

No obstante, muchos de los problemas que arrastraba esta plataforma siguen ahí. Por curiosidad he echado un vistazo a las conclusiones de la reseña que publiqué hace más de dos años sobre la Blackberry 9700. Sus principales problemas eran:

– Ausencia de sincronización bidireccional para usuarios de BIS (Blackberry Intenternet Service, el servicio que utilizan por lo general los usuarios no empresariales). Este es un problema que sigue presente (no se borran en la BB los correos que borramos en el servidor, directamente o desde otro equipo). Durante este tiempo ha habido mejoras mínimas en este sentido, pero la situación sigue distando mucho de ser la deseable.

– Facturación aparte del tráfico generado por determinados programas no incluidos en la tarifa BIS: afortunadamente, este problema cada vez es más cosa del pasado, ya que las operadoras ahora sí que suelen incluir en la tarifa Blackberry (ojo, en la tarifa plana «real», la más cara) el tráfico que no pasa por el túnel BIS, con lo que evitamos sorpresas desagradables a fin de mes.

– Problemas con la visualización de páginas web. El navegador ha mejorado bastante durante este tiempo, pero sigue muy lejos del rendimiento de sus competidores. En muchos casos, sigue siendo incapaz de reajustar los párrafos al tamaño de la pantalla del terminal (especialmente si cometemos el error de hacer zoom antes de que termine de cargar la página completamente), por lo que nos vemos obligados a desplazarnos a izquierda y derecha para leer cada frase.

Aplicaciones y servicios

A estos problemas, se une otro mucho más importante en la actualidad: la falta de aplicaciones, especialmente si hablamos de aplicaciones de calidad. Cada vez queremos hacer más cosas desde el propio móvil. Por mucho que intentemos usar un teléfono para lo básico, alguien que se gaste lo que cuesta este terminal seguramente querrá hacer algo más que llamar por teléfono, usar mensajería instantánea y gestionar el correo (y esto último de forma mejorable en el caso de los usuarios de BIS). A la mínima que por ejemplo queramos usar redes sociales como Twitter o Facebook, seguramente encontraremos algún enlace que queramos abrir y ahí nos toparemos con el problema antes comentado del navegador. Si nos conformamos con leer esas páginas más tarde en otro equipo, nos toparemos con el obstáculo de que los clientes de estas redes sociales no integran el envío de enlaces a servicios como Read It Later (RIL) o Instapaper.

El problema no solo está en la limitación de aplicaciones y servicios integrados, sino también en el precio de las aplicaciones que sí están disponibles. ¿Quieres un lector de RSS? El que probablemente sea más decente, pero limitado (otro sin soporte para RIL…), muy lejos de los existentes en otras plataformas, sale por el módico precio de… 10 EUR. ¿Quieres un gestor de podcasts, ya que la aplicación oficial de BB no permite añadir suscripciones en España? Pues estamos en el mismo caso que antes: toca soltar otros 10 EUR por otra aplicación que cumple pero sin estar a la altura de las opciones en otras plataformas.

Un cambio que no termina de hacerse

Por si no fuera poco con la falta de aplicaciones de calidad y el precio de estas, desde hace tiempo RIM se ve envuelta en un proceso de cambio que no termina de cerrarse. Nos encontramos así con múltiples versiones de Blackberry OS (luego la fama de la fragmentación la tiene Android…), la tableta Playbook con un sistema operativo distinto QNX y promesas eternas (gestor de correo y contactos, uso de algunas aplicaciones de Android…) que nunca terminan de cumplirse y, por otra parte, una nueva versión del sistema operativo, Blackberry 10, que se supone que será el que se utilice en todos los dispositivos de la firma canadiense (algo parecido a la unificación de Android para teléfonos y tabletas con Ice Cream Sandwich). Si ya muchos desarrolladores no se animan a apostar por la plataforma Blackberry, obviamente esta inestabilidad no está ayudando lo más mínimo y cada día que tarden en tener una apuesta clara y firme se encuentran un poco más lejos de subsistir en el mercado.

Conclusiones

En mi opinión, la Blacberry 9900 presenta un gran hardware que se ve lastrado por un sistema operativo que no ha sabido añadir elementos fundamentales en la actualidad, atraer a desarrolladores ni que estos ofrezcan unos precios más acordes con la situación del mercado. El futuro sistema operativo Blackberry 10 se presenta como el intento de RIM para solucionar estos problemas, pero no dejo de preguntarme si por el camino se dejarán los elementos que hacen que las Blackberry sean diferentes: una gran teclado físico y un funcionamiento extremadamente ágil (más aún si se aprovechan los atajos de teclado), especialmente en las tareas básicas. Si no mantienen y potencian sus virtudes a la vez que mejoran los aspectos donde más coja ha estado su plataforma, me temo que están condenados a desaparecer. Por muy importante que sea el mercado de los smartphones en la actualidad, a estas alturas de la película no se puede presentar uno a la batalla ofreciendo algo que venga a ser más de lo mismo… pero comenzando de cero.