No hay ni rastro de Willian Holden ni de Gloria Swanson. A Manuel Charlín ni el lujo, ni el oropel, le proporcionaron un ápice de refinamiento. El maridaje entre el dinero y la horterada está siempre presente en las casas de los clanes arousanos. Recuerdo en una visita al Pazo de Bayón la perturbadora visión de una cama con el cabecero de mimbre. El imponente tálamo estaba más cerca de pertenecer a la escenografía de la saga erótica Enmanuel, que de Retorno a Brideshead. Qué le vamos a hacer. Luego está el tema de la heráldica. Qué pasa si no tienes un apellido blasonado? Te inventas un escudo de armas incorporando, si se tercia, una planeadora en lugar de la Flor de Lis y asunto arreglado. En la foto del pazo de Vista Real, de Martina Miser, está presente toda la decadencia de la que hablo. Hay un Cristo que se escora a su derecha como si no pudiera soportar el peso de tanta impostura. También está la mixtificación de la piedra como recurso arquitectónico, que desemboca en un axioma tramposo: si es de piedra, todo está bien. Por último, la vidriera de la derecha muy bien podría haber apuntalado el neogótico acharlinado como nuevo estilo. Pero entonces llegó la Audiencia Nacional y mandó a parar.
Y las griferias de oro, si no doradas, que nos encontrábamos en el 86 buscando casitas para alquilar por Cambados.
Griferías de oro, altares, cristos Dalí e Daquí (como desían algúns) boas albinas disecadas, cosinas perfectamente amuebladas que nadie usaba,(tenían la de diario en el jalpón) y en el jardín, los más discretos, un buen antenón y una planeadora con cuatro o sinco motores más altos que mi chico, que ya es desir!
En los jardines, además, también había flores, berzas, uvas, botellas, y Audis y Mercedes, que los papás regalaban a sus hijos cuando dejaban el instituto y entraban al nejosio familiar…
Qué tiempos!
Besos para ese boss!
oh!santo dios!