La Voz de Galicia
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Los galos temían que el cielo se desplomase sobre sus cabezas. No sé qué debieron sentir los mariscadores cuando vieron tan cerca la aeronave que bajaba a abrevar a la mismísima ría como un improbable pájaro jurásico. Apenas unos metros para la tragedia. En la playa había un fotógrafo de prensa (que es una especie de célula dormida que se activa cuando olisquea una noticia) de vacaciones. No llevaba la mejor cámara, pero llevaba una. La pequeñita. La sangre le hervía bajo el bronceador. Mientras la tortilla se agostaba en el tupper, Xoán A. Soler hizo lo que debía. La foto no llegó a tiempo para su publicación, pero es una de las mejores instantáneas del verano.