Dos entradas más abajo, en mi humilde homenaje al viejo partisano, decía que no cabía esperar sorpresas. No podía estar más equivocado.
La primera sorpresa fue ver allí a Baltar (uno de los heroicos protagonistas de este blog)  Por mi parte esperaba que en cualquier momento subiera al escenario, pertrechado con su trombón, para echarle una mano a Dino Soldo, que es capaz de arrancarle música a cualquier cosa por la que se pueda soplar.  Sin duda, con Baltar reforzando la sección de viento, el concierto habría ido por otros derroteros. Me asusta un poco imaginar cuáles.
Nos deslizábamos por la suave y familiar pendiente de la mano de Roscoe Beck (un tipo que logra hacer hablar a la madera cuando pasea esa misma mano por el mástil del contrabajo); nos dejábamos acariciar por el guante de seda de las Webb Sisters; descendíamos en caída libre a través de la profunda voz de Sharon Robinson; entonces sonaron unos acordes desconocidos: segunda sorpresa. Tres canciones nuevas: Feels so good, Darkness y Born in Chains. Después del estupor, la calma. De vuelta a la navegación tranquila. Y a los sucesos ya conocidos, pero intensamente anhelados. El lamento en Bird on the wire, antes grueso, ahora sutil y cavernoso. Los coqueteos con Sharon, allí donde las voces se solapan en una sensual escaramuza de amor cortés. Arrodillado ante Javier Mas (que ha redimido a la bandurria como instrumento, después de tantos años secuestrada por la tuna) diciéndole en castellano: te quiero, te quiero, te quiero. Cuando las Webb Sisters cantaron If it be your will, mis lagrimales empezaron a hacerse preguntas. Cuando volvió a decir sois muy amables en The Tower of song, otra vez la inevitable sonrisa de complicidad. Cuando en I tried to leave you, la canción con la que intentó sin éxito despegarse de nosotros, hizo la acostumbrada pausa para decir aquello de Goodnight my darling………I hope you´re satisfied, el público se vino abajo. Finalmente, nadie presenta a sus músicos como Cohen. Un hombre que solo lleva sombrero para poder descubrirse y mostrar su respeto.

La foto es de Miguel Villar