La Voz de Galicia
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Los secundarios están inmensos, poseen una naturalidad pasmosa. El alcalde, auténtica primma donna, está sobreactuado. Como suelen estarlo los políticos. En cuanto al diseño de vestuario, qué puedo decir: si por ventura mi sastre tuviera acceso a esta imagen, Amnistía Internacional podría actuar de oficio por considerarlo tortura.
Era una visita rutinaria del alcalde a un barrio de la ciudad, pero Gustavo Rivas (cuando está despierto) practica lo que pronto se conocerá como neorrealismo vigués. Coloca al alcalde en una esquina, como un miembro más de los vecinos, provocando un contraste enternecedor. El alcalde, como siempre, ni se entera. En la incansable búsqueda de iconos para su neorrealismo, está al caer la imagen de Corina chapoteando, ceñida en un vestido de noche, dentro de una fontana. Gustavo, que domina como lo hacia Andy Warhol, a todas las celebrities de Vigo, es capaz de eso y de mucho más.