Los caprichos de la naturaleza son un clásico de la fotografía. Ansel Adams además de gran paisajista, era prácticamente alpinista. Subía las montañas de Yosemite con aquel armatoste de placas y tenía como máximo dos disparos, dos oportunidades para la genialidad. Le sobraba uno. Adams, con su famoso sistema de medición de zonas, tenía todos los grises a su disposición y podía convertir una apacible tarde de primavera en un intenso e improbable claroscuro. Sus fotos no eran una mera aprehensión de la realidad, papel que muchas veces se asocia a la fotografía, eran la traducción química de la heróica visión que Adams tenía de la naturaleza. Demostraba que realismo y abstracción funcionan muchas veces como vasos comunicantes.
Fontcuberta por su parte, utiliza ordenadores para traducir en paisaje cuadros de pintores célebres. Su intervención se reduce a la mediación. Un todopoderoso demiurgo digital. Para los que creen que los artistas deben presentar como coartada su virtuosismo técnico, en esta nueva entrega de Fontcuberta no encontrarán ese confortable asidero. Los que busquen simplemente un lugar para la ensoñación, disfrutarán.
Xesús Búa, que colabora con nosotros cubriendo el lejano Oeste (Costa da Morte), nos regala esta fantástica imagen de la caprichosa (por culpa de la intervención humana) cascada de Ézaro. Que Adams y Fontcuberta me vinieran a la cabeza fue algo natural.
¿Verdad que sí? Yo soy una fan incondicional de Ansel Adams, también de algunas fotos de su esposa, y así como veo normal las comparaciones, también me gustan mucho -por lo general 😉 tus selecciones, que sigo siempre aunque no comente mucho; a veces ya lo has dicho tú todo y no hay nada que añadir ni al texto ni a la imagen ni a ambos unidos.
Un saludo.
Si, si, incríbel a asociación con Fontcuberta… Eu non coñecía este sitio, haberá que achegarse. Cantos recunchos raros hai por todas partes.
Hace unos meses fantaseaba en ese lugar con un amigo sobre como quedaría una fallingwater de Wright en Ézaro…pero no falta nada y si estaría bien que tapasen los tubos de Ferroatlántica que estropean el entorno de la fervenza.
Es curioso pero parece una fotografía de personas tomando fotografías a un mural en el que está el paisaje pintado.
Un saludo
Mi primera impresión fue casi lo que dice Andrés, la de un videomontaje en algún museo y esas personas contemplando la fervenza de Ézaro de modo virtual. Reconozco que la foto es espectacular pero me dicen muy poco los paisajes virtuales y los que lo parecen.
Buscar los límites entre lo que es real y lo que no lo es forma parte de la aventura de fotografiar. Muchas gracias por vuestras visitas. Maria y Fauve por supuesto. Andrés y Rubén: sigo mucho vuestros animados y marchosos blogs. El de Rubén es casi una trinchera.
Muchas gracias por la parte que me toca 😉
Me gustaría añadir que yo también vi así la foto como describen arriba los demás comentaristas, en esas dos fases seguidas, casi instantáneas.