No lo sé. Pero la ropita de lunares, impregnada del tierno aroma de la infancia, dialoga bien con el áspero tacto castrense, que fácilmente puede deparar perfume de artillería. Los soldados de la Brilat parten hacia Afganistán y Xoán A. Soler resuelve el asunto, huyendo de la clásica foto de la despedida, con un plano corto, más afilado y certero que la mirada de un francotirador. Con una cámara de fotos también se emplea, haciendo un símil, el término disparo. Nunca son letales pero muchas veces son decisivos.
La foto se publicó hoy en las páginas de Nacional. Un cogote y una mano para ilustrar la pártida de 91 soldados. Hubo un poco de vértigo, pero la calidad de la foto se impuso a las dudas. Albricias.
Brilhante Víctor! e a verdade, quando vim hoje essa foto no periódico, fum direitamente a procurar o teu blogue!
Saúdos
gracias Pau, cuando llegan fotos así mi trabajo es una fiesta.
Esta sí que es una historia …
besos
Oportunas observaciones, Vítor. No pude evitar conmoverme con esta imagen.