La intimidad es algo muy potente cuando se materializa en imágenes. Una explosión de gas pone al descubierto tu salón comedor y el lector, destinatario de la imagen, sortea la tragedia para curiosear en el interior de tu casa. El tapiz, las lámparas de araña, las fotos de familia y hasta el tubo que canaliza tus desperdicios. Es como si vivieras en una enorme casa de muñecas y la gran mano de una niña caprichosa dejara a la intemperie el resultado de tu última visita a Leroy Merlín. El que miró dentro fue Óscar Cela.