Mientras los periodistas nos afanamos en seguir el aburrido dictado de los faxes y de los teletipos, en la calle ocurren cosas. A mi sastre le parece que vivimos en un mundo virtual, pero a veces esto es culpa de nuestro propio ensimismamiento.
Alberto Mahía y Óscar París, redactor y fotógrafo con agenda propia, se toparon de bruces con este dormitorio en el que la mesita de noche es un cajero automático. Liquidez para el burgués y calidez para el sin techo. Estas bocanadas de realidad nos devuelven al camino del buen reporterismo y nos recuerdan por qué nos gusta este trabajo.
…puro «realismo mágico»!!!!!!
más bien trágico