Es el título de la estupenda película de Fernán Gómez en la que una troupe de cómicos, cautivos de su amor por la farándula, deambulan por caminos polvorientos sin un rumbo claro. No paran de moverse, pero siempre están en el mismo sitio. Así se siente un GPS por las carreteras del interior de nuestro país. Si las máquinas pudieran soñar (como imaginó Philip K. Dick, el genio de la ciencia-ficción) o tener depresiones, nuestros GPS estarían buscando desesperadamente el norte en las oscuras profundidades de un diván. El arte y la literatura están llenas de referencias al camino o al viaje. De Homero a Kavafis. De Centauros del desierto a Phileas Fogg. Por eso el mapa importa. Y las señales. Por eso los carteros rurales son modernos Ulises perdidos en nuestra espesa toponimia. Muchos abandonan a unos metros del dorado buzón. Por eso los redactores, cuando llaman a los fotógrafos para darles las señas del lugar donde espera la noticia, después un buen numero de consignas, plenas de tortuosos giros a izquierda y derecha, invariablemente culminan la comanda con un no tiene pérdida. Esta encantadora letanía da nombre a esta sección. Cuando un fotógrafo la oye se siente como el Minotauro entrando en el laberinto. Hay fotógrafos que jamás han vuelto. La lectora que amablemente nos mandó esta imagen conducía apaciblemente cuando se topó de bruces con un teorema. No hay metafísica más delicada. Probablemente no hay error alguno. Pero sume al viajero en una ancestral incertidumbre: siempre hay dos caminos distintos para llegar al mismo sitio. La lectora, homérica, paró su coche e interpelada por la filosófica ecuación tomó la decisión acertada: hizo la foto.
…no tiene pérdida, es muy fácil de llegar…Gracias señor por el GPS diabólico que ilumina nuestros caminos.
neste caso non ten pérdida, todos os camiños levan ao mesmo lugar… o GPS, a quen Deus llo de San Pedro llo bendiga…
Será porque tódolos camiños levan a Roma, ou neste caso, ó Pazo. E o importante é chegar…