Una feria de arte es como cualquier otra feria, solo que en lugar de escuchar el ruido y la cháchara de los subastadores, el ruido lo ponen las obras. Es difícil abstraerse y disfrutar de una obra, completamente rodeado por todas las demás. Por eso es de agradecer cuando una galería decide no amontonar el género y sirve una lectura limpia. Lo hizo acertadamente la gallega SCQ, cuyo espacio dominado por Iran do Espírito Santo es un oasis de coherencia. He estado muy a gusto en otras estancias, pequeñas capillas ocultas en la confusa catedral de la feria. Me demoré en una salita de Heinrich Ehrhardt disfrutando de Helmut Dörner, Heimo Zoberning, Imi Knoebel y una foto de Günther Förg, enorme pintor que cedió a la consigna de que ahora toca hacer fotos. En la galería Hans Meyer tuve mi necesaria cita con los que construyen. Con tres trazos de Daniel Buren, Olivier Mosset y Peter Halley se escribe la historia del género frío. Más actual que las lecturas de las Galerías Cayón o Dan, que rozan el anticuario. Rozando de lleno el anticuario, me sobresaltó un Morandi en Leandro Navarro. Si Morandi viviera y cambiase el bodegón por el retrato, se llamaría Jerónimo Elespe, con obra en Soledad Lorenzo. También me cité con los que deconstruyen como la coruñesa Ángela de La Cruz y descubrí a otro que transita por derroteros parecidos: Guillermo Mora. Ángela salvaje y Guillermo más pulcro y previsible. Hay muchos maridajes de este tipo. Cuando crees que te estás acercando a Neo Rauch, te acercas un poco más y es Antonio Montalvo. Lo mismo me ocurrió con Fernando Pagola y José Pedro Croft. En la estupenda escultura de Tobias Rehberger en Pedro Cera veo la huella de Thomas Schiebitz. Estos divertimentos me mantuvieron entretenido todo el día. El resto del tiempo, vas buscando esas joyas que aparecen cuando desbrozas tanta pintura franquiciada. Tanto Imi Knoebel o tanto Zimmermann. Entonces una pieza de Miquel Mont, un skyline hecho con tornillos de la gallega Amaya González Reyes o el hilarante vídeo de Eugenio Ampudia en Max Estrella te recuerdan el motivo de tu visita. Vehemente como un turista me acerqué a ver el Antonio López y, que Dios me perdone, me dejó frío. Dicen que la feria es conservadora porque hay más pintura que nunca. Es cierto, hay menos fotografía y poco vídeo. Poca obra espectáculo. Debo de ser muy de derechas, porque disfruté más que otros años.