La Voz de Galicia
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En la pintura siempre sigo mi instinto. No me sé de memoria la Teoría del color de Joseph Albers. No les debo mis composiciones a los pitagóricos y no me acuerdo de lo que estudié sobre la sección Áurea. No hay argumentos esotéricos ocultos en mis formas. Como diría mi admirado Frank Stella: lo que ves es lo que hay. Sigo mi instinto. Sin embargo, todo eso que conscientemente ignoro, está más obstinadamente presente que la tela y los pigmentos. En las fotos también. Hay un andamiaje invisible que sostiene las imágenes. Esta foto de Ángel Manso, por ejemplo, descansa sobre una estable composición triangular, tan clásica como la que podríamos encontrar en un Tiziano. En este caso concreto el azar compone y el fotógrafo señala. Señalar una obra de arte es casi tan meritorio como crear algo de la nada. Señalar en fotografía trata de elegir el fotograma correcto, oculto en una secuencia; trata de tomar decisiones; trata de poner orden en el vasto inventario que brota de nuestras tarjetas de memoria. Trata de editar.