Dos imágenes bien distintas de la Huelga General. Sus elípticas señorías ejerciendo de proletarios. Los cancerberos de la municipalidad desayunando antes de enfrentarse a la turba. Los comedores de donuts, apelativo que solo es apropiado si nos atenemos a las truculentas enseñanzas del cine americano, tuvieron que emplearse a fondo. Pero la normalidad fue la nota dominante. Si en una jornada de Huelga General no se desenvaina alguna porra es que, ni unos ni otros, han hecho su trabajo. No obstante, tengo entendido que fueron más celosos de la ley y el orden algunos guardias de seguridad, que los policías. A algunas personas el uniforme, cualquier uniforme, les infunde una fiereza barata e inapropiada. La serenidad debería estar más presente en el uniforme que las charreteras.
Las estupendas fotos son de Carlos Folgoso (parlamento) y Mercedes Moralejo (policía).