La Voz de Galicia
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barquero

No sé si llegó a decir esto alguna vez, pero el hombre de la foto es el barquero de A Illa de Arousa. Antes de que hubiera puente era el cordón umbilical que unía a los isleños con los que no lo eran. Siempre me ha gustado esa aguerrida altanería con la que los isleños, de cualquier isla, llaman continente a lo que no es su isla. Es como si los que estuvieran aislados fueran los otros y cuando se tiende un puente no es para que los isleños puedan salir. Es para que los otros puedan entrar.

En A Illa, si tienes la suerte de caerles en gracia, entonces te convierten en aborigen y, sin necesidad de rito iniciático alguno, ya eres, de alguna forma, de allí para siempre. Si no tienes esa suerte para eso está el puente. Para volver por donde has venido. Muchas veces en A Illa me ha parecido estar en una película de John Ford, en un Inisfree galaico y marinero. Personajes de carácter, proclives al enardecimiento y a una cierta épica del día a día. Un inagotable bestiario cuyas hazañas están recogidas en un extenso anecdotario lleno de motes y de desternillantes sucesos. Está presente esa indómita marinería, mitad impostada, mitad forjada de generación en generación. Más que en ninguna parte, late el orgullo de ser de algún sitio. Para mí, que soy un poco apátrida, esto siempre me ha parecido un tesoro. Algunos isleños aún consideran el puente un accesorio. Algo anecdótico. Un gran adelanto para el continente.