La Voz de Galicia
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policia

El hábito no hace al monje, pero puede que el uniforme sí. La casuística es interminable. Cuando un tricornio se ciñe a tu cabeza te sientes más fiero y racial; un guardia jurado, que persigue con obsesiva diligencia el hurto menor en unos grandes almacenes, tiene ensoñaciones de guardamarina; cuando había mili las fotos de los primogénitos uniformados lucían en las cómodas de las madres, al lado de las fotos de almirante de la comunión. Richard Gere ataviado de oficial y caballero se pasea por ocultas estancias del alma de algunas mujeres; el poli de Village People lo hace en el alma de algunos hombres. Dos tipos disfrazados de fuerzas especiales de la policía siembran el pánico en una calle de A Coruña. Da igual que pilotaran una furgoneta de reparto tuneada de lechera, da igual que uno de ellos le birlara la boina a su abuelo y se la pusiera de medio lao, da igual que la artillería fuera suministrada por el arsenal de un todo a cien, el uniforme conecta con nuestro subconsciente y el truco funciona. La foto es de Eduardo. Iba de paisano.