La Voz de Galicia
Seleccionar página

charlotte3

Hay muchas formas de fotografíar a celebridades. Violentarlas como un fotógrafo de sucesos a la puerta de un juzgado; capturar momentos íntimos con la mínima intervención; o, como Helmut Newton, lograr sobre el personaje una suerte de dominación, plena de oscura carga sexual, con la que lograr teatralidad y turbadoras escenografías. Es como si  la puesta en escena fuera cosa de Buñuel, retratando retorcidas prácticas burguesas, con un poco de David Lynch y algo de la atormentada trastienda de Hitchcock, aunque no de su misoginia. Newton pintaría todo esto en sobrio blanco y negro o con ese color saturado, probablemente Kodachrome, tan pictórico como un fotograma de Vicente Minnelli. Gran erotómano, podríamos decir que Newton es uno de los responsables de desnudar de una vez por todas, y para todos nosotros, a las inocentes pin-ups. Después de tanta carne, uno descubre alarmado que la foto que más le pone contiene simplemente la gélida mirada de Charlotte Rampling. Y ni siquiera ataviada como en Portero de noche, sometiendo a Dirk Bogarde.