Peregrinas encuestas cuyos resultados son como un sudoku para los sociólogos; madres que miran desafiantes a la cámara, cargadas de razón, detrás de las sillas de ruedas de sus hijos; clases de ética impartidas en pasillos, más propicios para que se besuqueen los adolescentes; comedores escolares entre bambalinas. Donde debiera estar el apuntador hay un carrito con entremeses. Y no me estoy refiriendo a la pieza teatral.
Ni siquiera cuando el conselleiro recibe el cálido abrazo de la tapicería de cuero de su berlina encuentra la paz. Pradero estuvo atento para recoger con brillantez las tribulaciones del conselleiro.
Fotaza.