La Voz de Galicia
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Cuando invitamos a animales a nuestras fiestas es para que formen parte del menú o para hacerles todo tipo de perrerías. La foto de Oscar Cela recoge una simpática tradición que consiste en untar de grasa una cabra para que luego los mozos intenten hacerle un blocaje. Hay muchas más. Caballos que saltan hogueras, aves decapitadas o aquella salvajada, ya prohibida, de lanzar una cabra desde el campanario. Capítulo aparte merece la Fiesta Nacional. Aunque yo no acierte a ver con claridad la conexión entre el toreo y las Bellas Artes, parece que algo hay. De momento esta conexión sirve para inflar el ego de los maestros, para que se muestren celosos como vedetes y para que devuelvan las medallas. En cambio sí encuentro arte en la prosa de los columnistas taurinos. A veces una crítica entusiasta va más lejos que el hecho artístico. Una pluma desbocada es más difícil de desbravar que un novillo. En cuanto al morlaco, está claro que sufre. Pero tampoco creo que una granja se parezca mucho a un spa.