Podría haber utilizado para esta analogía de mago que hace desaparecer un puente a David Copperfield. Pero el único Copperfield que me cae bien es el que imaginó Dickens. No te fíes nunca de un hombre que usa más laca que tu mujer.
En fin, leyendo sobre Houdini descubrí que le unía una entrañable amistad con Conan Doyle. Esa relación se truncó por culpa de sus discusiones sobre lo paranormal y el espiritismo. Conan Doyle era tan crédulo como un tertuliano de Iker Jiménez mientras que Houdini disfrutaba desenmascarando farsantes y demostrando que toda esa fanfarria extrasensorial podía explicarse con unos cuantos trucos.
Para mí la fotografía también se sustenta en unos cuantos trucos y si los dominas, dominas el lenguaje. Ahora bien, dominar los trucos no garantiza que se produzca la magia. Eso está reservado a unos pocos. En el fraseo de un fotógrafo bien entrenado los lugares comunes (trucos), los encuadres aprendidos (trucos), los efectos que puedes lograr con un buen flash (trucos), los juegos de enfoque y desenfoque (trucos), convierten el resultado final en una imagen correcta, pero aburrida.
Gustavo Rivas tiene todos los trucos en su chistera pero además tiene a veces las palabras mágicas. Algo que ni Houdini sería capaz de desentrañar. Y no me refiero a la proverbial tendencia de Gustavo hacia el escapismo vía Photoshop.