La Voz de Galicia
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ezaro

Los caprichos de la naturaleza son un clásico de la fotografía. Ansel Adams además de gran paisajista, era prácticamente alpinista. Subía las montañas de Yosemite con aquel armatoste de placas y tenía como máximo dos disparos, dos oportunidades para la genialidad. Le sobraba uno. Adams, con su famoso sistema de medición de zonas, tenía todos los grises a su disposición y podía convertir una apacible tarde de primavera en un intenso e improbable claroscuro. Sus fotos no eran una mera aprehensión de la realidad, papel que muchas veces se asocia a la fotografía, eran la traducción química de la heróica visión que Adams tenía de la naturaleza. Demostraba que realismo y abstracción funcionan muchas veces como vasos comunicantes.

Fontcuberta por su parte, utiliza ordenadores para traducir en paisaje cuadros de pintores célebres. Su intervención se reduce a la mediación. Un todopoderoso demiurgo digital. Para los que creen que los artistas deben presentar como coartada su virtuosismo técnico, en esta nueva entrega de Fontcuberta no encontrarán ese confortable asidero. Los que busquen simplemente un lugar para la ensoñación, disfrutarán.

Xesús Búa, que colabora con nosotros cubriendo el lejano Oeste (Costa da Morte), nos regala esta fantástica imagen de la caprichosa (por culpa de la intervención humana) cascada de Ézaro. Que Adams y Fontcuberta me vinieran a la cabeza  fue algo natural.